Mis duendes
Desperté de un sueño extraordinariamente lindo, tan lindo que no existen o por lo menos no conozco palabras que puedan describirlo y aún con las nubes que me rodeaban, encaminé mis pasos a la ducha, para espabilarme totalmente. Al salir de ese baño reconfortante y abrir las cortinas, me encontré con cielo de azul turquesa, tan intenso que aparentaba seguir siendo el cielo de mis sueños.
Me encontraba en un bosque de pinos, seguramente el sueño fue en Escocia o en Irlanda. El cielo tenía la misma tonalidad del cielo con el que desperté, pero la topografía del lugar era diferente, se notaban montañas y en lontananza el sonido de las olas golpeando los acantilados, con un frenesí y una cadencia que lo que parecía un eco, era el sonido rítmico de un mar, de un mar que no estaba nada lejano.
Al adentrarme en el bosque, la luz del sol que se encontraba algo más elevada del horizonte, se fue haciendo más tenue, hasta dar la impresión que estaba transitando un amanecer muy reciente. Esto por la espesura del bosque y la distancia que había transitado de naciente a poniente. Sin darme cuenta me encontré con un grupo de personas y pensé que era un grupo de druidas que estaban en sus oraciones. No era lo que yo me imagina, era un grupo de duendes que por su tamaño y la postura que tenían daba la impresión de que eran personas sentadas, pero eran ellos que estaban parados y a una cierta distancia para no incomodarse unos a otros con sus sombreros. Todos tenían una capa, porque a esa hora y en lo profundo del bosque la temperatura era más fresca que lo que sentí al ingresar.
No sentí ningún temor y a ellos también les sucedió lo mismo, no causé ninguna sorpresa, todos estaban mirándome, como si me estuvieran esperando, y mi llegada era tardía para iniciar la sesión. Me rodearon en un círculo y quedé al centro de ellos. Todos estaban vestidos de la misma manera, pero su fisonomía era distinta, aunque todos sonreían y mostraban unos ojos vivaces y daban la impresión de ser seres animados y cordiales. Saludé con una inclinación de cabeza a medida que giraba mi cuerpo para abarcar todo el rededor. Recibí la misma inclinación de cabeza y la respuesta a mi saludo en cada uno de esos geniecillos que, si no me recuerdo, eran unos seis, cada uno en el vértice de lo que sería una estrella de David.
El que aparentaba ser el líder, no sólo porque era sin lugar a dudas, el de mayor edad, sino porque su aspecto de seriedad le otorgaba un mayor rango, el tomó la palabra y me dijo: Somos seis duendes que de alguna manera hemos seguido tu recorrido por la vida, desde que eras muy pequeño, nosotros junto a tu Ángel guardián te hemos acompañado, cada uno en forma directa por intermedio de Chiquito te hemos dado, más que consejos, ¡recomendaciones!, para que las puedas usar en transcurrir de tu vida.
Una vocecita altisonante, que emanaba de la boca de uno de los duendes con mayor aspecto cordial, pidió la palabra y dijo: Yo era el que te enseñaba hacer promesas, las cuales muy pocas veces cumpliste, incluso unas tres o cuatro de esas promesas las repetías con mucha frecuencia y con la misma intensidad fallabas y la dejabas incumplidas, hasta hace muy poquito te escuche repetir una de esas promesas, con tal convicción que hasta vos mismo te la creíste, ¡pero yo no…! Me quedé perplejo y avergonzado por lo que decía ese duende y con voz tenue le respondí: Duende tienes razón, puse el máximo empeño en cumplir mis promesas, pero mi naturaleza es débil y por eso fallé, pero con el pasar de los años he ido tomando nota de esas cuatro promesas y te aseguro que tres de ellas ya las cumplí, la cuarta sigo fallando y es la última promesa que hice, Pondré todo mi empeño en cumplirla y espero que, con tú ayuda y la ayuda de todos ustedes, tenga la fortaleza de lograrlo. Creo que la cumpliré.
Miguel Aramayo
SCZ.04-08-2019 Cumpleaños de mi nieta Lucia.