Neurobióloga
Leí un artículo que se refería a una señora que fue una notable neurobióloga. Quedé sorprendido por muchos de sus estudios en laboratorio, principalmente por dos, por el que demuestra la plasticidad del cerebro, incluso en adultos mayores; que indica que el cerebro puede desarrollarse y mejorar y no solamente degenerarse. El otro estudio, muestra que el cerebro no solo es genético, que puede desarrollarse, más y mejor en ambientes adecuados, con: buena alimentación, ejercicios físicos, espacios físicos adecuados para el desarrollo, ejercicios mentales y sobre todo amor.
Además de su capacidad intelectual, que me impresionó, pero que no tengo la inteligencia para poder calificarla adecuadamente; me impresionó lo que el artículo se refiere a su dedicación, para mantener su hogar y sobre todo la dedicación a sus hijos, brindándoles el tiempo suficiente y la calidad de atención que debe tener todo chico y, que es obligación de los padres el brindar un máximo de eficiencia, para un adecuado desarrollo de los hijos, varones y féminas, no sólo como aporte de la madre, también como aporte del padre.
Por mi experiencia y los resultados obtenidos en mi caso, creo que mis hijos han tenido la mejor madre, la que hasta ahora, después de haber transcurrido 52 años, les sigue dedicando tiempo y dando ejemplos. Esto no sólo porque ella les dio todo lo que poseía, sino que también ella fue criada en un ambiente donde disfruto de la buena atención y la crianza bajo reglas que tuvo que cumplir por parte de su padre y la dedicación y abnegación de su madre, los mismos que a su vez heredaron de los suyos.
Al final de cuentas el tema de la educación familiar es una cadena, sino genética, si de transmisión atreves de los tiempos de abuelos, a padre y de ellos a hijos y como dice Martin Fierro (José Hernández) “…el tiempo es una rueda y la rueda es eternidad…” y del mismo libro hay otra estrofa que viene al caso y dice: “…Mi madre tuvo diez hijos, los nueve muy regulares. Tal vez por eso me ampare la Providencia divina. En los güevos de gallina el décimo es más grande…”. Eso para demostrar que también entre los hijos se dan algunas diferencias, pese a haber tenido el mismo cariño y la misma educación.
Este mi razonamiento me gustaría que pudiera llegar a los más jóvenes, para que lo tengan en cuenta y sepan apreciar lo que sus padres hacen por ellos, que fue lo que ellos a su vez recibieron de sus mayores. Esa cadena no debería interferirse y es bueno que pueda ser tomada en cuenta, no sólo para el bien de nosotros, sino para el bien de la sociedad donde nos desenvolvemos.
Miguel Aramayo
SCZ.22-04-2019