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Observando

27 Dic

Observando

El amor no es sólo espiritual: filosofía, literatura, arte. El amor es material: colores, sabores, aromas, caricias, besos, pasión. Por eso Dios creo al hombre y la mujer, al macho y la hembra y les dio como una primera instrucción: “creced y multiplicaos”.

 

A algunas aves les dotó de cantos y gorjeos, a otras de plumaje y colores, a todos les enseño una coreografía, para que la completen antes de aparearse.

 

A algunos insectos les otorgó formas y colores, cómo en el caso de las mariposas a las que proporcionó bellos colores, lo mismo a otros bichitos, a todos ellos les enseño otros trucos antes de copular.

 

A las flores les brindó formas, bellos colores y les proporcionó deliciosos o extraños aromas, pero además les dotó de estambres y pistilo, para que, con la ayuda de algunos insectos, aves o simplemente el viento, puedan usar el polen y unirse bajando al ovario para convertirlo en fruto, fruto que pueda llegar a ser alimento o medicina para otros seres y al mismo tiempo dejen su semilla, para que se cumpla la disposición de: creced y multiplicaos.

 

Al hombre le obsequió toda la creación y le proporcionó una pareja, dejando que disfruten del amor, diferenciándolos de los animales y del reino vegetal, permitiendo que gocen haciendo el amor, pero no como un simple acto efímero, que simplemente sea el medio que sirva tan sólo para procrear y perpetuar la especia. Les brindo la posibilidad de seguir disfrutando del amor y la pasión, para mantenerlos unidos, hasta que Él los llame a la eternidad, después de haber cumplido su misión en la vida y luego de que la pareja pudiera haberse brindado satisfacciones.

 

Por eso me encanta observar la naturaleza, no tan sólo el reino animal y el vegetal, también el reino mineral, del cual el hombre puede extraer herramientas, ornamentos y todo lo que requiere para su comodidad. Al mismo tiempo le permitió que pueda disfrutar del espectáculo que brindan los astros y estrellas.

 

Mientras me encuentro observando eso que me permite la contemplación, que llena mis sentidos y exalta mi espíritu, también rezo dando gracias al Altísimo, al que creó todo lo que me proporciona placer, felicidad y dicha. Que me hace sentir un ínfimo ser ante tanta grandiosidad, pero que me muestra ser querido por nuestro Creador.

 

Miguel Aramayo

SCZ.16-11-2019