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Observando sin ver

15 Jul

Observando sin ver

Era un hombre chiquito de ojos tan negros que no podía distinguirse su pupila, incluso alumbrándole con una potente linterna. Esa negrura mostraba la profundidad de ese ser, mejor dicho, del alma de ese individuo, que
al mirarlo se podía distinguir el fondo y quizá más bajo de esa profundidad, la inmensidad de su oscuridad.

 

Ese hombre era de un sitio que aparentemente no existe o si existiese, no pertenecería a ubicaciones que pudieran ser reconocidas en un mapa actualizado. Lugares tan negros o más que el color de sus ojos. Situados en
el fondo más profundo del universo, a un punto insondable en la extensión desconocida, lo que podría denominarse “el más allá”.

 

Era alguien seguramente desconocido para todos, pero que por extraña casualidad se presentó únicamente a un ser que es quien lo describió, dejando a todos en total suspenso y hasta con temor inexplicable. Si bien no fue
explicitado como un monstruo o un ser maligno, con la sola descripción del color de sus ojos y su posible procedencia, dejó un panorama tétrico para quienes atendían a la presentación de esa persona.

 

Cuando se recibe la información de alguien, el poder que puede tener la descripción de una persona es inmensamente influyente en quien atiende lo que se dice en ese momento, sea expresándose de sujetos, lugares o acontecimientos.
El lenguaje empleado es de vital importancia para la comunicación entre los humanos, ya en forma oral o escrita y mucho más si es plasmada en un papel, donde uno puede repetir varias veces buscando el real sentido de lo que se pretendió expresar, como en el
caso del “hombre de los ojos negros que era un extraño venido de otros lares”.

 

Existen casos que se utilizan términos inadecuados en las descripciones de acontecimientos, como en este caso, que quien comenta no llegó a captar el color de los ojos y su apreciación fue errada, porque en realidad ese
ente pudo tener otro color de iris y simplemente ser un extranjero, porque al describir de donde era, no supo pronunciar su procedencia, pero quien relató, lo hizo de tal manera que distorsionó el ambiente haciendo que ese ser aparezca como tétrico y peligroso,
pero que en realidad era un ser bondadoso.

 

Hay un dicho popular que expresa: “No hay palabra mal dicha sino fuera mal interpretada”.  De esta manera se
recrimina a quien por maldad o mala intención da una interpretación muy distinta a algo que se dijo con buena intención o sin malicia.

 

Con todo lo expresado, lo que se quiera mostrar es que es muy importante el saber expresar lo que se siente o se observa, para no ocasionar confusiones o mal entendidos, que
incluso pueden llegar al pánico o la discordia y dañar a gente totalmente inocente.

 

Miguel Aramayo

SCZ.14-10-2021