info@miguelaramayo.com

Palabras, palabras

14 Jun

Palabras, palabras

Quién usa las palabras, las palabras que uno piensa que se vienen al azar y si embargo ya fueron pronunciadas antes, por voces masculinas, por voces femeninas, de niños, de jóvenes, de adultos, de día, de noche, a la sombra del amor, a la luz del cariño, con la intensidad el viento, con la debilidad del alma, pero ya fueron pronunciadas y todavía tienen vida, todavía tienen sentimientos, son profundas son livianas, flotan como pétalos, caen con la lluvia, lentamente con la nieve, o se evaporan en las nubes, para volver a caer repetidas por gente que ama, por gente que se quiere expresar..

 

Que bellas son las palabras, que aunque escondidas entre los labios pueden expresar amor, pueden expresar sentimientos, sentimientos que vienen del alma, o quizá de un no se donde que se aloja en tu corazón y produce desazón, cansancio, pasión, que por extraña casualidad alumbra, ilumina, se suspende en el éter, en el éter de la eternidad y perdura en el tiempo como algo que está flotando en el mas allá y que sin embargo te toca, te mancha, te ilusiona, te confunde, pero dice algo a tu razón.

 

Esos son las palabras, palabras leídas en bellos libros, palabras de paginas de periódicos, de revistas sin sentido, palabras repetidas por la gente, como alocuciones y expresiones que muestran cariño, que corresponden a una propaganda, o que simplemente son repetidas en voz alta por las personas que están a tu alrededor, o que estando lejos las dicen tan fuertes que llegan a tus oídos y que pueden corroer tu corazon, palabras que forman parte de una melodía, palabra que como una oración se repiten en tus sentidos como una dulce y triste canción, como un himno, como un desgarrado grito de pasión o como una melodía que te llega al alma con una caricia que luego no puedes reproducir, que la expresas y no tienen el mismo sentido, porque no la inventaste vos.

 

Las palabras parecieran que lastiman cuando tienen una procedencia indeseada, una procedencia extraña, extraña como si vinieran de un mar salobre, llenas de agujas que lastiman, o que al acariciar cortan tu carne, hieren tus sentidos y lastiman tu razón, palabras soeces que ensucian tus oídos y perjudican tu entendimiento. Que mal pronunciadas no dicen nada pero expresan lo que el que las emitió pretendía que expusieran, que dañaran.

 

Palabras, muchas palabras, pocas palabras, pero al fin sonidos que nacen del alma o que están divagando por el espacio, por el espacio próximo a nosotros, o por el espacio sideral, emitidas por ondas lejanas, por estaciones cercanas, por seres vecinos a nosotros que no pueden comunicarse con nosotros, que no pueden comunicarse con nadie.

 

Palabras que las lleva el viento y la retorna la brisa, que las eleva el vapor que las desciende la lluvia, que las ilumina el sol, que las hace brillar la luna y las estrellas, que las flores le brindan sus perfumes y que los sentimientos les dan o quitan amor, que el frío las congela y el calor las derrite y el viento las eleva, pero siempre continúan siendo palabras, palabras que si no las escuchas no tienen ningún sentido, no sirven para nada.

 

Las palabras deben expresar todo lo que tienes en el alma y debes emitirlas de tal forma que no sufran ninguna distorsión, debes saber usarlas, usarlas de acuerdo a la ocasión, para que surtan el efecto, el efecto que quieres darles, porque no es lo mismo decir ¿amor?, que decir amor, o decir ¡amor!, o talvez decir “amor…”. No es solo cuestión de entonación y de pronunciación, deben ser acompañadas de una expresión, de una mirada y en una determinada situación. Porque en algunos momentos dice mucho más el silencio acompañado de una mirada o una simple caricia.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ. 14-06-2008