Pobre humanidad
Han pasado setenta y dos años desde que terminó la segunda guerra mundial y 82 años desde que se comenzó a gestar. Por lo tanto, los que pueden recordar esos hechos en Europa, Asia, Australia, Oceanía y África son la gente que tenga en este momento más de 90 años y de esos quedan muy pocos. En América casi nadie tiene una vivencia de esos hechos, quizá uno que otro en Estados Unidos y algunos que hubieran sido de “La Legión Extranjera”, que pelearon por Francia, en África, Italia y finalmente en Francia, unos cuantos uruguayos y chilenos. Mi padre que ayer hubiera cumplido 98 años postuló a la Legión Extranjera, pero la guerra terminó antes de que lo seleccionaran y cuando terminó la guerra yo tenía 8 meses de nacido. Los brasileros y los mexicanos también estuvieron en la guerra y deben quedar muy pocos sobrevivientes.
Los sobrevivientes de esa guerra y que sufrieron durante el tiempo de guerra y la post guerra son los europeos que cayeron bajo el régimen alemán, los que escucharon las botas de las milicias alemanas y principalmente los que vieron los uniformes negros de la SS, cuyo fin primordial era exterminar judíos, gitanos, homosexuales y cuanto individuo no pueda justificar su existencia, por último, si tenías mala suerte de ser circunciso, esos no se salvaban, por más que no hubieran sido judíos.
Terminé de leer una novela titulada “La niña que miraba los trenes pasar”, escrita por Ruperto Long, uruguayo nacido en Colonia, ingeniero, escritor y político. El libro tiene un sello que lo identifica como premiado: “Libro de oro 2016” y que tiene un comentario de Marcos Aguinis, que lo cataloga como: “Obra conmovedora, llena de luz”.
Es una novela relatada con hechos y personajes reales, incluso al final del libro presenta un listado de personajes relatando si viven o están muertos, y donde viven o donde están enterrados y cómo fue su final y lo denomina como: “Dramatis Personae” (es una frase de origen latino con la que se denomina la lista (o la suma) de personajes de la trama de una novela u obra teatral).
Relata las penurias de una familia polaca, de cuatro miembros: padre, madre un hijo de once años y una hija de ocho años desde el principio de la guerra, con detalles dolorosos de lo que fue uno de los Guetos en Polonia, la huida a Francia, los diferentes destinos de la familia en diferentes lugares de Francia y cuando estuvieron en Lion, relata con gran detalle las atrocidades de los nazis y principalmente de un personaje que estuvo mucho tiempo en Bolivia, simulando ser judío, el famoso Klaus Barbie. Lo que sufrieron los judíos que tuvieron la suerte de sobrevivir, porque la guerra estaba destinada para exterminarlos y ese hecho se está perdiendo de visión, lo cual nos traerá problemas, porque quien no tiene memoria puede volver a caer en lo mismo.
El autor se documentó de tal manera que incluso presenta fotos de personas, momentos, mapas y documentos, lo cual hace que el relato sea mucho más objetivo. Me animo a decir que el conoció personalmente al personaje que se llama Charlotte, que se casó con un médico uruguayo y que terminó sus días en ese país. La niña que miraba pasar los trenes.
También tengo el presentimiento que conoció a algunos de los uruguayos que estuvieron en la Legión Extranjera, como es el caso de Domingo López delgado, que a su retorno vivió en Uruguay, que fue condecorado por Charles de Gaulle, falleció en Rocha el año 2012. Otros legionarios condecorados por de Gaulle, fueron Pedro Milano, Fulvio Zerpa, Antón Salavarri y José Real de Azúa.
Si tienen oportunidad de leer este libro, no se lo pierdan, por lo menos a mí me gustó mucho, porque es un relato conmovedor del sufrimiento de la humanidad.
Miguel Aramayo
SCZ.25-02-2018 Hoy mi padre cumpliría 98 años y hace dos que partió a la eternidad.