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Por un momento estuve en el Olimpo

19 May

Por un momento estuve en el Olimpo

Estaba leyendo y sin darme cuenta me quedé dormido, en esas circunstancias, pasé de estar pasivo leyendo una novelita a estar activo, vistiendo de una forma diferente, calzado con unas sandalias de cuero muy fino y con un peinado algo extraño, el mismo que observé al pasar junto a un soldado que sostenía un escudo metálico muy bien lustrado, al extremo que reflejaba mi figura como si fuera un espejo. Quedé sorprendido porque en mi mente estaba claramente visible la ropa que llevaba, después de que salí de la ducha.

 

La gente que me rodeaba y que llevaba la misma indumentaria, que había notado que cubría mi cuerpo, cuando pasé junto al brillante escudo, todos estábamos cubiertos por una bata blanca que ocultaba íntegramente nuestros cuerpos, pero no sentí que estuviera con ropa interior, esto lo aprecié cuando al sentarme en una escalinata de mármol blanco, dañé levente los aditamentos que tengo entre las piernas y que por el calor en ese momento estaban un poco más grandes y algo más caídas, esto porque no poseía la prenda que brinda el sostén, que en ese momento extrañaba.

 

Me levanté de la escalinata y comencé a caminar en solitario, después de todo cuando se inició esa etapa del sueño, estaba solo. Caminé por un patio con baldosas, pero también con mucho verdor, había plantas en todas partes y algunas palmeras de dátiles, también se apreciaban naranjos y muchas flores en su mayoría todas de fragancias muy agradables. Mientras deambulaba por ese pasaje, noté que me seguían dos mujeres ambas muy bellas. Me detuve para observarlas y ellas no restringieron sus pasos, siguieron caminando asía mí.

 

Reconocí a esas mujeres, una era Afrodita y la otra Artemisa, estaban vestidas de blanco con ropa de tela muy liviana que dejaba apreciar sus figuras femeninas, lo cual complacía mis sentidos y aplacaba mi manía distrayendo mi obsesión. Artemisa: Diosa de la caza, los bosques y los animales y protectora de la virginidad. Hija de Zeus y Leto, hermana gemela de Apolo. Es una diosa joven y virgen que ha renunciado al matrimonio con dioses o mortales y protege a los jóvenes que han elegido este estado. Llevaba un arco y una flecha y le seguía un perro. En mi ensoñación me dio la impresión que la acompañaba desde el cielo una luna en cuarto creciente.

 

Afrodita: Diosa del amor, la belleza y la sexualidad, que se dice nació de la espuma del mar cuando otro dios dejó caer sus genitales. Ella se me aproximó más sugestiva, aunque las dos me impresionaron. Me quedé mirándolas, hasta que ambas estuvieron junto a mí. Casi al unísono pronunciaron mi nombre, como si me estuvieran esperando, lo cual me sorprendió sobre manera. Querían saber que había hecho para lograr introducirme al Olimpo, siendo nada más que un simple y vulgar mortal. Su pregunta me sorprendió y no sabía que responder, lo que me preguntaban era algo totalmente lógico.

 

No entendía lo que me estaba sucediendo y con mentalidades diferentes ellas y yo, yo de una época actual y ellas con una existencia de miles de años, que estemos conviviendo en un mismo momento, creo que era para dejar anonado al mismo Zeus y a todo el olimpo en su conjunto, porque inclusive mi conociendo de Grecia era muy limitado.

 

No supe que decir y esas dos bellas mujeres dejaran caer al suelo la poquita ropa que llevaban. A mí me dio tal vergüenza, que desperté de mi sueño y el libro que sostenía en las manos, golpeo en mi cara estrepitosamente, lastimándome con los lentes.

 

Miguel Aramayo

SCZ.07-01-2020