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¡Qué bello que es leer!

19 Feb

¡Qué bello que es leer!

Cuando leo me dejo transportar por la trama del libro que tengo en mis manos y me acoplo a uno de los personajes para continuar con la lectura, generalmente en todo libro existe un personaje principal, puede ser Sherlock Holmes, Sancho Panza, Romeo y Julieta, o quizá ambos, Hamlet o cualquiera otra persona, como el Capitán Garfio, el Capitán Nemo o simplemente cualquier personaje.

 

He nombrado algunos personajes, que son conocidos por la mayoría de nosotros, porque son tan antiguos, tan ampliamente expuestos en conversaciones de personas que desean mostrar su cultura, su amplia cultura literaria, porque además de saberse el nombre del personaje, también están en condiciones de nombrar el título de la obra y con seguridad el nombre del autor, aunque no los hubieran leído.

 

Pero los personajes de los libros que yo leo no tienen ninguna notoriedad, porque quizá el libro que tengo en mis manos es muy antiguo y con muy poco valor literario o es tan nuevo que, si menciono al Sr. Berger, al Sr. Gedeón, por más que nombre al autor, John Connolly o el título de la obra, “Música nocturna”. Serán muy pocos los que se familiaricen con esos nombres, pero en este caso particular me atrajo el Sr. Berger y mientras sigo el curso de la novela es mi punto de referencia y estoy ansioso por seguir sus pasos, porque es él quien lleva el devenir del libro que elegí.

 

Todo libro enseña algo, algo de lo que realizan sus personajes o el tema que desarrollan los mismos y por ese motivo siempre tengo un elemento que me pueda servir para marcar una seña, que indique la palabra que no entendí o el concepto que quiero que perdure para poderlo utilizar en otro momento, porque pienso yo, que lo que uno lee debe quedar no sólo para uno, se lo debe compartir, por ese motivo me agrada comentar los libros que leo, no con la finalidad de criticarlos, porque mi capacidad es insuficiente para esa tarea.

 

Siento que me sucede algo parecido a lo que expresó el Sr. Berger, habiendo intentado escribir todo tipo de libro. El autor llegó a la conclusión que ese oficio de escritor no era para el Sr. Berger y en un párrafo se expresó de esta manera: “Probó suerte entonces con unos relatos y cuando resultaron ser poco gratificantes, se refugió en la poesía, el último de los recursos de los granujas literarios. Finalmente, aunque fuera a modo de práctica, comenzó a escribir cartas a los periódicos…”.

 

El libro que tengo en mis manos me resultó fácil de leer y gratificante porque me introdujo en una biblioteca, la Biblioteca Privada y Depósito de Libros “Caxton”, donde los principales personajes de cada libro viven y conviven ese depósito de libros y todos esos personajes muestran una vida real, incluso el Sr. Berger tuvo la oportunidad de ver el suicidio de Anna Karénina, pero como esa era una ficción, cuando estuvo en la biblioteca pudo hablar con ella, incluso en francés, lo poco que recordaba de ese idioma: Madame, je m´appelle Monsieur Berger, et je suis enchanté de voux rencontrer (Señora, mi nombre es señor Berger, y estoy encantado de conocerla). Esa señora con la que hablaba Berger, era el personaje principal de la novela que tenía el mismo nombre del personaje que creo León Tolstói, en su magnífica novela que da tanta satisfacción leerla, incluso varias veces.

 

Al terminar la lectura de este libro podré escribir un poco más sobre el mismo y darles mi opinión sobre si vale la pena leerlo, por el momento los dejo en el suspenso.

 

Miguel Aramayo

SCZ. 10-01-2018