Qué complicado
Puede ser un convento de monjes o monjas de claustro, pero lo mismo sucede en un cuartel, en una universidad, una agrupación deportiva o una comunidad de cualquier índole, porque todo lo nombrado está constituido por individuos, personas, seres humanos, con idiosincrasias diversas. Porque cada uno de nosotros es un universo, en el cual no sólo influye la raza, religión, nacionalidad; dado que genéticamente cada persona tiene una constitución diferente, no únicamente en lo que corresponde a rasgos físicos, también son distintos en características psíquicas. Una prueba es que, la impresión digital de cada persona es diferente al resto de personas y eso a nivel global, considerando a todos los individuos que habitamos este planeta, incluso diferente a las de las personas que ya están en la eternidad.
En una familia, cada miembro es diferente y la manera de pensar de cada uno es dispar y por más dócil que sea un miembro de la familia tiene su forma de pensar y no necesariamente puede ser coincidente con la forma de pensar de los otros miembros, por más dócil que sea cada miembro, existen roces, discordias y discusiones. Por lo tanto, pensando en un grupo mayor de personas, la diversidad se profundiza y el caos es mayor, por ese motivo se requiere de líderes que logren aunar criterios y para eso lo que se requiere no es la fuerza, sino la razón.
La razón, la tienen todos los miembros de una sociedad, pero poder aunar criterios es complicado, siempre habrá uno o algunos que difieran y quieran hacer prevalecer su criterio. Por esta razón es necesario que contemos con interlocutores válidos, con capacidad de análisis y que logren dominar los diferentes criterios y más o menos unificarlos, para que puedan servir de base a una discusión franca y sencilla, con el afán de que todos queden conformes o por lo menos se aproximen a una comunión de criterios.
Es importante establecer planes que puedan ser entendidos por la totalidad de los que opinan y al mismo tiempo establecer metas y concretar fechas de cumplimiento, procurando eliminar en lo posible las discusiones que podrían dañar los criterios. Para esto es necesario contar con líderes de los bandos en discordia, de forma de aminorar el número de personas que intervengan en las discusiones, de esa manera no se distraen y se acortan los tiempos para la toma de decisiones.
Las discusiones engorrosas alejan a las personas y por lo tanto ahuyentan las soluciones. Las personas que deben intervenir además de ser profesionales, deben ser de amplio criterio y deben permitir entrar en disensos, que al final de un intercambio de criterios puedan llegar a un conceso y lograr alcanzar las soluciones.
Repito algo que dice el escudo de La Paz: “Los discordes en concordia, en paz y amor se juntaron, y un pueblo de paz fundaron para perpetua memoria”. Me remontó a 1548, fundación de: “Nuestra Señora de La Paz”, curiosa y anecdóticamente el 20 de octubre de 1548. En ese tiempo, se puso fin a la guerra civil con la ejecución de Gonzalo Pizarro, luego de la batalla de Huarina el 20 de octubre de 1547. Esta guerra que no fue otra cosa que la ambición por el oro que los incas habían mostrado y que en 1545 Atahualpa había prometido en Cajamarca llenar una habitación de oro si lo dejaban libre.
Esta referencia es principalmente para mostrar que hay formas de solucionar “las discordias” usando la “concordia”, que es lo que nos hace falta en este momento, paraa lograr “la paz” que necesitamos con urgencia.
Miguel Aramayo
SCZ.19-11-2019