¿Sera verdad?
¿Sera verdad?
Me contaron que un mendigo en Italia, para protegerse del frio entro en una iglesia y no encontró mejor lugar, más abrigado y cómodo que un confesionario, que tenía un asiento reclinable y forrado con terciopelo. Estando allí nadie notaria su presencia y podría echarle una siestecita mejor abrigada, que estar en el atrio, produciendo pena en lo que observaban su presencia.
Estando por dormir llegó un hombre muy compungido y al otro lado del confesionario, con voz muy queda pregunto, ¿padre puede atender mi confesión? El mendigo respondió ¡Bendita sea tu pureza! Y le respondieron ¡sin pecado concebida! E inmediatamente comenzó a relatarle lo que consideraba sus pecados: Padre confieso que tengo dos mujeres, con una estoy casado y comparto la misma vivienda, dormimos en la misma cama, pero mantenemos separación de cuerpos, porque ella considera que eso es pecado y prefiere mantenerse pura. Con la otra solo comparto amor a distancia y algunas veces convivimos, pero muy de vez en cuando. Mi conciencia me dice que eso no es correcto, pero mi cuerpo requiere un contacto y no un simple relacionamiento, también mi espíritu requiere sentir amor, no solo en palabras y obras, también en hechos reales. Padre, usted considera que es pecado, siendo que físicamente me entrego a una sola, la que me brinda amor y cariño, la otra me proporciona solamente compañía a distancia.
El mendigo quedó callado por un momento, pensando si debía responder como confesor apegado a las normas de la religión, o como hombre que era y que vivía separado de todo lo que pudiera ser amor, cariño o simple convivencia. Él era un simple solitario separado totalmente de la sociedad, no solo porque él lo quiso así, sino porque las circunstancias lo obligaron a vivir de esa manera, gracias a una decepción amoroso y un descalabro emocional que lo privo de todo contacto humano. Era un solitario que ni pertenecía al lugar donde moraba, porque era un extranjero sin amigos, sin parientes, sin amor, sin Dios ni ley, viviendo por pura casualidad en total desamparo.
Sopesó su respuesta, porque pese a ser un paria, tenía la capacidad intelectual de discernir y en su mente todavía quedaban rezagos de su vida y educación anterior, de cuando vivía en Croacia. Por pura casualidad estaba en esa situación, porque el frio lo obligó a protegerse, pero al escuchar a una persona que le hablaba de un tema diferente al que el recibía a diario, desde que asumió esa situación de abandono. Lo hizo recapacitar y ponerse en la situación de confesor, además de no defraudar al confesante y respondió así:
Hijo me pones en una situación difícil de analizar, porque en este momento estoy investido con un mandato de mi profesión, pero al mismo tiempo soy hombre, por lo tanto; primero te respondo como sacerdote y según nuestra religión y lo que dictamina el antiguo testamento, está mal lo que haces y por lo tanto deberías tratar de enmendar tu error. Como hombre sé que estás cumpliendo con las leyes de la naturaleza y no estás siendo infiel, porque realmente solo cumples con una mujer y la otra te tiene abandonado. Yo te absuelvo y no te doy ninguna penitencia, porque la penitencia te la tienes que imponer vos mismo. Reza a Dios y pide que te guie por el buen camino.
Miguel Aramayo
SCZ.03-07-2023