Seres de otros planetas
No supe que día era, tampoco la hora, pero si estoy seguro que era de noche, una noche oscura, porque ya era el tercer día de luna nueva y hasta las estrellas titilaban con una luz tan bajita que la bóveda celeste, de celeste no tenía nada. Era tanta la negrura que se asemejaba a la de mi alma.
Me recosté en la grama que estaba húmeda, fresca y que brindaba un confort extraordinario a la noche, que además de ser calurosa estaba bochornosa. Fijé mi vista en la negrura del cielo en busca de las estrellas que siempre me dieron satisfacción, Las Tres Marías, La Cruz del Sur y la Osa Polar; las encontré con mucha dificultad, porque además de la negrura del cielo, yo estaba con “el huevo quebrado”, y cuando uno está con los ánimos bajos, todo lo ve más negro de lo que realmente está pintado.
Estando en esa mi absurda contemplación, sentí un golpecito en mi hombro e inmediatamente pensé que era mi gran amigo, mi Ángel Guardián, El Ser Chiquito, a quien tanto quiero y que siempre está conmigo en los momentos más oscuros, cuando más lo necesito, pero no era él; era una miniatura de hombre, parecido a los personajes del cuento de Blanca Nieves. No media más de diez centímetros toda su ropa era de color azul y cubría su cabeza con una boina roja, como las que usaban los antiguos italianos, al contrario de los personajes del cuento, no tenía barbas y los rasgos faciales eran muy agradables, era de ojos claros, de labios bien colorados, de una amplia frente y de fácil sonrisa, era un ser muy bien proporcionado para la estatura que mostraba, no tenía los rasgos característicos de los enanos.
Modulaba una voz con un timbre de tenor, muy parecida a la de un cantor del “Il Volo” y me dijo:
–Capto que no te sorprendió verme, ¿no te asuste?
–No tengo porque asustarme, tengo un amigo más pequeño que vos, al cual aprecio profundamente y que siempre me ayuda en los momentos más difíciles de mi existencia y cuando tocaste mi hombro, pensé que era él y me sorprendió al verte.
–No vayas a pensar que soy un pitufo, aunque el color de mi ropa podría asemejarse a la que usan ellos, pero puedes ver la tersura de mi piel y comprobaras que no es azul, tampoco soy un duende, ¡No…!
–Vengo de otra galaxia y para transportarme no usamos las antigüedades de transporte que usan ustedes los terrícolas.
–Nosotros nos transportamos por ondas beta y gama y en nuestro origen nos convertimos en un protón que es transportado por la onda, hasta donde queremos trasladarnos y adquirimos corporalidad el momento que pensamos que hemos llegado a donde queríamos transportarnos.
Le respondo: –Lo que me dices ya era de mi conocimiento, porque también nosotros estamos experimentando con lo que denominamos “tele transportación”, que usa los mismos principios, principios que muy someramente me comunicaste. Nosotros también estamos usando lo que denominamos “física cuántica”, que seguramente es la que usaron ustedes.
–Estaba deprimido (con el huevo quebrado) y tu presencia me retornó el estado de ánimo que siempre mantengo, pese a las adversidades que se pueden presentar en un momento determinado, pero que también aprendí a desbaratarlas, para estar siempre feliz. ¡Porque morir para que me quieran…! Que me quieran, ¿para qué? –Ahora que estas aquí, ¿me puedes decir porque me buscaste?
–Te observé, como vivo haciendo con todos ustedes, para poder comprender la forma de vida y averiguar si algo de lo que hacen ustedes nos puede ser de utilidad en el planeta que habitó. Me sorprendió ver a alguien despierto y contemplando las estrellas y de alguna manera con la vista dirigida al planeta de donde provengo.
–Es extraño tu comportamiento, no había visto nada igual en todos los humanos que analicé. Eres, como dicen ustedes: el primer bicho raro, que deja su cuerpo reposar observando los astros y estrellas en una noche oscura, sin ninguna compañía, más que su soledad y que me reciba sin gritos de alarma y miedo y que incluso algunos de ver pierdan el conocimiento y aleguen haber visto fantasmas, duendes, almas del purgatorio o demonios. Todos inventos terrícolas que no existen en la realidad y solo son producto de sus mentes, por influencias de gente que vestía sotanas.
Le respondo: –Me complace haberte conocido y que tengamos una conversación como la que tuvimos, lo que me sorprendió es que hables mí mismo idioma.
–No te sorprendas, tenemos insertado en nuestro cerebro un chip de inteligente artificial que convierte mis pensamientos en palabras del idioma de mi interlocutor.
–Nuestra civilización no fue dominada por la IA, nosotros la usamos en lo que nos conviene y complementamos nuestra inteligencia con la ayuda de la cibernética.
–Nosotros hemos eliminado los vicios y los malos hábitos y también los políticos corruptos, ellos trabajan para que progresemos y vivamos felices, sin las peleas internas. Nosotros amamos con libertad, nuestros sentimientos son más puros que los sentimientos de los terrícolas, a ustedes les faltan muchos años, quizá me arriesgue a decir que les faltan por lo menos cincuenta generaciones para que nos igualen, si es que antes de eso no se destruyen.
Le respondí: –He quedado sorprendido y gratamente alagado con tu visita y quedo a tu disposición para lo que pudiera ser de utilidad.
–Me resultó vivificante el haberte encontrado “con el huevo quebrado” y que podamos conversar. Eres más asequible que los científicos terrícolas, primero, porque ellos cuando me ven gritan de miedo y después porque piensan que al ser fantasma se menos que ellos y que no los puedo colaborar.
–Me hubiera gustado que seas científico, pero voy satisfecho de saber que en la tierra existe gente como vos y con posibilidades de poder ser transportado a nuestro planeta, porque allí podrías ser de mayor utilidad que la que brindas aquí.
Cruzamos nuestras miradas, nos comunicamos telepáticamente y juntamos nuestras manos en señal de aprecio y el extraterrestre se fue, sin dejar rastros de que hubiera estado en la tierra y en mi jardín. Después de eso quedé con el alma llena de felicidad y mi tristeza, mi alegría, mi incredulidad, mi fe, mi pobre melancolía… Quedaron satisfechas con lo que hago, lo que pienso y como soy un mentiroso, maniático y obsesivo, sobre todo mentiroso, todo eso se pasa por alto.
Miguel Aramayo
SCZ.06-01-2021