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Un relato creado por inteligencia artificial

4 Mar

Un relato creado por inteligencia artificial

Un relato creado por inteligencia artificial

 

Después del viaje de su pareja, el pobre viejito caminaba por las calles de la ciudad, perdido en sus pensamientos, como sí ya su cerebro estuviera mostrando el desgaste por los años vivido sin control. Era una tarde fría y lluviosa típica de principios de otoño, donde los árboles que están en plena floración son las de los Toborochis. A pesar del frio, la lluvia y la pena que lo rodeaba, Al viejito no le quedaba más que sentirse triste.

 

La semana anterior estuvo pensando en que se quedaría sólo y todavía no había logrado superarlo. Se sintió solo y desolado en medio de la multitud de personas que la rodeaban.

 

De repente, un perro muy parecido a Vitorino se le adelantó y comenzó a ladrarle. El viejito se asustó y se apartó, pero el perro, que en realidad era quien había pensado, no parecía querer hacerle daño. De hecho, parecía querer llamar su atención.

 

El viejito se agachó para acariciarlo y el perro se frotó contra su mano. Después de eso él sonrió por primera vez en días. A partir de ese momento, decidió que no estaría solo y que siempre habría un amigo fiel a su lado.

 

Miguel Aramayo y la IA

SCZ.03-05.2023

 

Probando lo que puede hacer la inteligencia artificial (IA) Consulte «Caminata Triste» y la IA me respondió algo muy parecido, pero muy parecido, a lo que está escrito al principio, hice unos cuantos cambios menores para adecuar a mi realidad.

 

A continuación transcribo la respuesta de la IA:

 

Ana caminaba por las calles de la ciudad, perdida en sus pensamientos. Era una tarde soleada de primavera y las flores estaban en plena floración. A pesar de la belleza que la rodeaba, Ana no podía evitar sentirse triste.

Había terminado con su novio la semana anterior y todavía no había logrado superarlo. Se sentía sola y desolada en medio de la multitud de personas que la rodeaban.

De repente, un perro callejero se le acercó y comenzó a ladrarle. Ana se asustó y se apartó, pero el perro no parecía querer hacerle daño. De hecho, parecía querer llamar su atención.

Ana se agachó para acariciarlo y el perro se frotó contra su mano. Ana sonrió por primera vez en días. A partir de ese momento, decidió que no estaría sola y que siempre habría un amigo fiel a su lado.