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Un sueño bonito

5 Oct

Un sueño bonito

Creo que tuve un sueño muy bonito, tan bonito que, no supe si era sueño o era el recuerdo de un gran paseo. Estaba yo vestido de bermudas, pero no cualquier bermuda era similar a la jardinera que usan los tiroleses, era de color verde y con tirantes, los mismos que en la parte del pecho y de la espalda estaban unidos por una franja, que si no me equivoco era de cuero, la camisa era de un diseño de cuadros escoceses y en la cabeza remataba con un sobrerito de ala angosta, con una pluma de adorno en el cinto. Estaba con medias de estilo escoces, con borlas a los costados y con unos botines, además en la mano llevaba una caña, o mejor dicho un cayado como el que emplean los escouts, que si no me equivoco se llama “bordón”.

 

Me acompañaban ocho personas, cuatro que tenían algo más de 21 años, dos que estaban con algo más de 18, uno de más o menos 14 y el último de más o menos 6 años. De los ocho, cuatro eran hombres y cuatro eran mujeres, de los mayores dos eran hombres y dos eran mujeres, los que seguían en edad eran mujeres y los dos menores eran hombres. Todos estaban uniformados más o menos como yo, con la diferencia que las mujeres llevaban una faldita escocesa, pero con los mismos tirantes de los hombres, todo lo demás era similar, únicamente variaban los colores, pero todos eran a cuadritos, los botines eran similares de hombres y mujeres.

 

Estábamos caminando por montañas que eran como alfombradas de verdes y en lontananza se observaban una casita como si fueran una postal de Suiza o el norte de Italia o Francia, todo era luminoso, con un sol radiante, con una frisa fresca y en el campo se veían vacas de la raza Holstein o Pardo suizas, todas con la cabeza gacha, porque estaban pastando y se notaba que no habían sido ordeñadas, porque las ubres rebasaban.

 

Mis acompañantes y yo estábamos caminando por esos campos verdes y daba la impresión que nos dirigíamos a lo alto de las montañas, todos caminábamos en silencio, aunque los dos más chicos, o hablaban en una forma melodiosa o simplemente estaban cantando muy bajito, como entre dientes. Yo caminaba con las dos de mediana edad y detrás venían los cuatro mayores y cerraban la fila los dos menores.

 

En un momento determinado alguien dijo: –¡Alto…! Y todos nos paramos al unísono, como si hubiéramos estado conectados eléctricamente, unos con otros. El que dio esa orden era mi nieto mayor y lo que quería es que nos sentemos a descansar, pero más que todo, para conversar y eso que él no es el más hablador de todos los nietos. 

 

Estábamos en Chiavenna que pertenece a la Lombardía Italiana y nuestra intención era ir a Silvaplana, que es una ciudad suiza donde hasta ahora mucha gente habla “romanche” una lengua muy parecida al friulano y sobre todo al latín, pero que se está perdiendo, por lo menos entre la gente joven. Silvaplana, está a muy corta distancia de Chiavenna y queríamos disfrutar los ríos, los valles y caminar por las montañas. Habíamos acordado ese paseo hace mucho tiempo y como yo vivo en Parias desde el 2006, ideamos juntarnos bien al norte de Italia, donde podamos disfrutar de Francia, Italia, Suiza, Alemania, Liechtenstein (Donde tengo un gran amigo), disfrutar de los Alpes, los Apeninos y los países nombrados.

 

En muy pocas oportunidades hemos tenido la posibilidad de compartir un viaje todos juntos, algunas veces nos juntamos en Bolivia (Samaipata y en algún resources), la última vez hace como doce años que estuvimos en una ciudad del Brasil que, se llama Cabo Frio y donde realmente disfrutamos, con todos los nietos, pero por lo menos cuatro de los mayores. En cambio, ahora estaríamos los ocho nietos y el abuelo.

 

Hablamos de todo, cada uno opino de lo que nos estábamos divirtiendo, pero lo más interesante de la charla fue que cada uno de los nietos fue expresando cuales eran sus metas y lo que esperaban de la vida, todos hablaron sin ninguna inhibición, incluso los más chicos, de las nietas ya una era profesional (diseñadora de modas) y otra ya estaba en camino de ser psicóloga, de los nietos uno se inclinaba por la leyes (estudiando eso) y el otro por el arte (comunicación social), otra de las nietas chicas esperaba ser artista dedicada a la decoración de interiores y la otra pensaba que su actividad se inclinaba por ser visitadora social, de los menores, uno quería ser diseñador de modas y el más chico todavía no sabía qué, pero pretendía ser lo mismo que el padre y trabajar en la misma empresa. Todos tenían deseos de poder escribir como aficionados, para expresar sus sueños y sus logros.

 

Los más importante es que todos soñaban y yo los incentivaba a continuar soñando, porque lo más bello que tienen la vida es soñar, dormido o despierto, y recordar los sueños, para que en el devenir del tiempo se puedan ir haciendo realidad, como una forma de cumplir metas.

 

Cuando recordé; digo recordar, porque no estoy seguro que hubiera estado dormido, sino simplemente recordando lo soñado, que pudo ser en despierto. Me sentí muy feliz de haber compartido con los nietos.

 

Miguel Aramayo

SCZ.05-10-2017