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Un tema serio

19 May

Un tema serio

Pienso que, Dios junto con el soplo que nos doto de alma, nos impuso algunos otros beneficios, el habla, la inteligencia, el amor. Principalmente el amor, el cual lo disfrutan muy pocos animales y, todos mamíferos, como es el caso de algunos tipos de primates y sobre todo los delfines, que además de ser libidinosos son promiscuos.

 

El amor ha cambiado en el transcurso del tiempo, por cuanto existió una evolución en términos psicológicos, una mayor valoración de la mujer. Desde luego que, en cada cultura de la vasta humanidad, la forma de relacionamiento entre géneros es diversa. No es lo mismo la sociedad en Australia, que, en Indonesia, la India o en tribus de América latina, especialmente en la amazonia brasilera.

 

Algo que realmente influye en el amor, es la religión y no únicamente como religión, sino como normas morales impuestas por la sociedad. Creo en los libros sagrados de las religiones Abrahámicas: El judaísmo en sus diferentes formas – ortodoxo – liberal – fanático. El cristianismo – católico – luterano – anglicano – protestante y muchos otros. El islamismo – chiita – sunní – fanático. Todos ellos tienen normas definidas y diferentes, dependiendo incluso de la zona geográfica donde se practique y con el devenir del tiempo, también se observan cambios que hacen pensar que no es la misma religión.

 

La moral religiosa que implica restricciones al comportamiento sexual humano, algunas demonizando el sexo y la carne como enemigos del alma, pero para otros el sexo es la más alta expresión de lo divino. Algunas religiones dan al sexo el carácter de actividad reproductora, pero a otras prácticas sexuales califican de inmorales y pecaminosas. El antiguo testamento cristiano o el Tanaj judío, prohíben el adulterio y el contacto sexual durante el periodo menstrual. Muchas actitudes del cristianismo, con respecto a la sexualidad son completamente opuestas a las actitudes del judaísmo. A diferencia del cristianismo, en el judaísmo no existe una vergüenza por el cuerpo. El judaísmo no es ajeno a la afirmación y celebración del cuerpo y el alma. En el judaísmo no existe un recinto sagrado, como sucede en la iglesia. En la sinagoga se puede hablar de cualquier tema.

 

El papa Inocencio III, sostenían que el Espíritu Santo se ausentaba de una habitación, cuando una pareja casada mantiene relaciones sexuales, incluso si lo hacían con el objeto de reproducirse, pues el acto sexual avergüenza a Dios. El absurdo más grande impuesto por autoridad eclesiásticas, lo que en algunos casos perdura hasta nuestros días. En cambio, el judaísmo afirma que cuando un esposo y su esposa se unen carnalmente en santidad, allí mora la presencia divina. Por eso el Shabat, el sábado, es el mejor día para recordar la libertad y la creación haciendo el amor. El judaísmo no le otorga valor ni a la virginidad ni a la castidad de los cónyuges: una mujer es virtuosa para el judaísmo si tiene una familia numerosa. Los hijos constituyen una bendición. El pecado original no es el sexo sino el deseo de saber: Eva mordió el fruto del árbol del conocimiento.

 

No es bueno que el hombre esté solo. Estar solo es, para el judío, una terrible maldición. El placer debe ser compartido. En el judaísmo, el amor ideal con una mujer, es con su cuerpo tanto como con su espíritu. “Por lo tanto abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne”. Las bases de muchos puntos de vista cristianos provienen de la idea de que la sexualidad humana fue creada por Dios con el propósito de la procreación y la intimidad que proporciona a una pareja sexualmente activa una relación íntima, emocional y espiritual, a través de la íntima relación física.

 

Miguel Aramayo

SCZ.24-02-2020 Cumpleaños de mi padre, que tendría 101 años