Una carta para la basura
Una muchacha bonita, con el pelo suelto y una bata que escondía las formas bellas de su cuerpo, dejando ver únicamente sus pies calzando unas sandalias muy finitas. Caminaba por un paisaje como
si fuera en Suiza, quizá Afganistán, o las Pampas argentinas, con el verdor de sus campos de extensos pastizales, dejando ver a lo lejos algunas montañas. Sentado amparado en la sombra de un árbol, divisó a un hombre con el pelo entrecano, que en la mano izquierda
sostenía un cuaderno y en la derecha aparentemente una estilográfica o un lápiz. Se aproximó hasta donde estaba el personaje, al que conocía y le preguntó:
− ¡Buenos días don Jacinto! ¿Está dibujando o escribiendo sus memorias?
−Ninguna de las dos… ¡Estoy escribiendo una carta a mi primer y gran amor!
−Qué bonito y romántico, me gustaría poder leerla, ¿si usted me permite?
−Te la puedo leer, con la condición de que, con toda franqueza puedas opinar y hacerme tus recomendaciones. −En un lugar de este mundo, en fecha aproximada, dirigida a una persona amada, a quien
después de saludar digo:
−Hasta el día de hoy, mi amor sigue siendo el mismo, después de haber escuchado lo que dijiste en ese patio frío.
−Ha transcurrido el tiempo, y ahora me importan tres pepinos; si es verdad o mentira lo dicho en esa oportunidad. −El tiempo pasó, pero pese a lo dicho allí, ¡que
para mí es una certeza…! Mi amor sigue con la misma intensidad, porque ese sentimiento es muy grande, porque eres mi primer y gran amor y puedo asegurar que el único.
−Después de cinco años y por recomendaciones de alguien, me comunicaste lo que ahora niegas. Lo dicho fue tanto y tan claro que, ¡no me quedó ninguna duda! Esa declaración
movió mi vida de tal manera, que perdí interés por continuar y busqué eliminarme, pero después recapacité y vi que ese hecho no merecía sacrificarme y perjudicar todo mi entorno. −Seguí mi proyecto de vida y esta vez con más impulso y con la sugestión que
me liberó de cumplir un compromiso.
−Uno o dos años después, tuve la experiencia de estar en una situación que, por primera vez en mi vida me mostró en forma práctica, lo que era perder ese bien. Por
absurda obsecuencia pensaba yo que era importante, pero que en realidad era una minucia, duradera tan solo un instante y no tenía el significado que pensaba.
−Después de un tiempo más largo, cuando ya estaba por la mitad de mi vida, volví a escuchar lo mismo del principio de mi vida y como lo que me decían no coincidía
con la experiencia adquirida, quedé con la duda de que lo dicho ¡podía o no ser verdad…!
− ¡Ahora el tiempo prácticamente se esfumó y lo que queda es tan poco…! que el resultado final puede estar a vuelta de la esquina y preocuparse por eso ya es absurdo.
−Si el primer amor dejó huellas profundas, es porque los amores posteriores no lograron superarlo y eso no es culpa de quien es amado,
sino de quien ama. −Por lo tanto, al que ama y no es capaz de poder borrar las marcas anteriores, ¡debe resignarse a ser el segundo!, al que podrán o no querer o querer poco. −Habiendo transcurrido tanto tiempo sin haber podido superar, es una falla imputable
al perdedor, pero a estas alturas del tiempo transcurrido, tampoco tiene un valor significativo. −Después de todo, ¡lo pasado, pisado!
Ahora no lloro, tampoco sufro. Ya no hay llanto, hay ¡no!, ¡no! Ahora no lloro, tampoco sufro.
−Don Jacinto creo que su carta debería cambiarla por otra, que no muestre el llanto sobre “leche derramada”, como usted dice “lo pasado, pisado”.
−Suficiente querer decirle que, pese a lo sucedido desde el principio hasta ahora y que todo lo dicho por ambos; no logró alterar el gran amor que siente por ella y que continúa siendo la primera y única. −Pedir le perdone los errores que cometió. Y de ahora
hasta el final deben cambiar las cosas, porque no se puede rectificar lo acaecido y lo que se avecina es incierto, con seguridad complicado.
−Querida muchacha, estoy tomando en cuenta lo que me recomiendas y lo escrito irá a la basura reemplazando lo nuevo que dices. −Tienes toda la
razón, dejaré de llorar y afrontaré el porvenir como corresponde y con valentía, después de todo ¡morir para que me quieran! ¿Qué me quieran, para qué?
Miguel Aramayo
SCZ.07-09-2021