Veo un mar, veo un cielo
¡Hay amor…! Veo un mar, veo un cielo, escucho los pájaros cantar, siento el aroma de las flores, el ruido que deja un rio al pasar. Y mis recuerdos traen a mi mente el color de tus ojos, el viento trae a mis labios, el sabor de tus besos y siento que mi cuerpo no es mío, que flota en la inmensidad del infinito y mi corazón se eleva entre las nubes. Y no parece que soy yo, ni parece que tu recuerdo se hace difuso ante tanta inmensidad, todo es grande, todo es hermoso, todo es profundo, todo se eleva al infinito. Sólo nosotros somos algo pequeño, algo que engulle ese infinito, que es algo que nos imaginamos en función del amor que llevamos dentro. ¡Si…! De ese amor que parece poquito, que parece chiquito, pero que alguien se puede imaginar que es nuestro que lo hicimos nosotros de poquito a poco, sin darnos cuenta, con sólo pensar que nos queremos, fuimos creando ese universo de mar, cielo, flores, colores, sabores y aromas.
Siempre he querido escribir algo, que sintetice en pocas palabras todo lo inmenso de mis pensamientos, que logre expresar en palabras algo que para mí es divino, es grandioso, que es el amor que llevo adentro de mí y que se derrama en cascadas, pero tan grandes que no me explico ¿dónde está el rio que alimenta mis ilusiones y que hace que mi mente pueda expresarse de tal manera que exteriorice lo que llevo adentro?
Decir que “cures mi corazón partido”, son palabras sin sentidos, decir “bésame mucho”, quizá pueda expresar algo más, pero me duele pensar que “sus ojos se cerraron” o qué “siento celos hasta del pensamiento que pueda recordarte otra persona amada”. Pueden todas las músicas más bellas expresar sentimientos, pero ninguna de ellas tendrá la capacidad de decir todo lo que realmente siento, lo que llevo tan adentro de mi alma, y que abarca todo lo que es mi corazón y que enloquece mi cerebro en busca de algo que puede decir con palabras lo que albergan mis sentimientos.
Muchas veces he repetido en el curso de mi vida un pensamiento que expreso así. “Si soy así, ¿Qué voy hacer?, ¡nací buen mozo y embalado para el querer…!”. También retorna a mí la poesía, que siendo de autor anónimo la siento tan mía, como si yo la hubiera creado y de alguna manera expresa lo que siempre sentí: “Mi tristeza, mi alegría, mi incredulidad, mi fe, mi pobre melancolía, por lo que me salvaré. Dime tu niña mía, que después te cambiaré por otra niña más fría, para cambiarla después. ¡Me muero porque me quieran!, pero ¡nunca lo diré…! Y después de todo qué, ¿morir para que me quieran? ¡qué me quieran…! ¿para qué? Aquel gran amor de un día, volverá Y yo no estaré. Y después de todo ¿Qué?, ¡Aquel pobre amor de un día…!
Miguel Aramayo
SCZ.24-09-2018