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Volando de verdad o en mis sueños

26 Abr

Volando de verdad o en mis sueños

Volaba por un mundo infinito, algo sorprendente, porque algunas veces veía que estaba por encima de las nubes, incluso de aquellas que estaban por encima de la cúspide de altas montañas, no sentía frio, ni que hubiera algún leve viento que golpee mi cutis o que despeine mis cabellos. Respiraba con tranquilidad, porque me daba la impresión que mi vuelo era tan lento, que era imperceptible, no observaba ninguna alteración en la altura, era como si estuviera a un nivel de crucero, que es lo que se denomina en aviación. Lo que, si me sorprendió es que mi visión se enfocaba de diferentes maneras, la mayor parte del tiempo observaba abajo como si estuviera en cualquier vuelo comercial, pero en algunos omentos cuando me interesaba por algo que sobrevolábamos, mi visión se ajustaba de tal manera que parecía que ejecutaba un acercamiento, con lo cual podía observar abajo con una mayor nitidez y sin exagerar, podía ver las flores y pequeños animales, los mismos que a mi paso no reaccionaban de ninguna manera a quien los miraba desde arriba.

 

Esta experiencia no es nada asombrosa para mí, en varias oportunidades he tenido situaciones similares y todo esto pese a que en la realidad soy reacio a montar en un vuelo de avión, pero lo que siento en situaciones como las que estoy viviendo en este momento, son totalmente diferentes a la sensación que me proporciona un vuelo en avión. En primer lugar, el decolar ya es para mí un sufrimiento, porque siento la fragilidad del monstruo que se eleva por influencia de sus potentes motores y el diseño aerodinámico de las alas y el fuselaje de la nave, además la inclinación que toma mostrando la punta asía arriba y luego el ladearse de las alas, hasta alcanzar las coordenadas que le fijan desde la torre de control o para cumplir el plan de vuelos que trazaron entre el piloto y el ingeniero de vuelo, que se encuentran en la cabina, como dueños absolutos de nuestra suerte, aunque la misma en realidad está en manos de Dios.

 

Cuando el vuelo alcanzó su nivel de crucero y los aviadores instalaron el piloto automático y se dedicaron a controlar los instrumentos y fijar sus sentidos en lo que pueden observar visualmente o lo que llega a sus oídos atreves de los altoparlantes y de las señales auditivas que proporcionan algunos de los instrumentos de vuelo, pero además se dedican a conversar entre los miembros de la tripulación y algunas veces en conversaciones triviales, que no tienen nada que ver con lo que debería ser su preocupación principal, que es controlar ese vuelo. En esa situación se producen movimientos propios por la presión atmosférica imperante en el exterior de la nave, lo que se denominan vacíos que producen sobresaltos en algunos pasajeros, como es mi caso.

 

Lo próximo que altera mi tranquilidad, es cuando reducen la velocidad para aproximarse a la tierra preparándose para el aterrizaje y por ultimo cuando modifican la posición de los flaps de las alas, como procedimiento previo al aterrizaje que es la maniobra por la cual ofrecen una resistencia al viento para posesionar la nave de manera que se aproxime a la pista para un adecuado aterrizaje, luego el impacto al chocar las llantas en el cemento de la pista de aterrizaje y el estruendo que producen los motores en reversa, o por lo menos es lo que entiendo como parte del frenar esa mole que contiene una cantidad de personas que estamos en el interior de ese aparato.

 

En este momento no siento ninguna de esas alteraciones feas que me produce el estar dentro de un avión y mi vuelo actual es libre, sin tener que hacer ningún esfuerzo, ni con mi cuerpo ni con mi mente y que causa una felicidad increíble e indescriptible, porque me demuestra con total claridad que soy hijo de Dios y que es Él quien me proporciona esa sensación, que quizá sea producto de un sueño y que realmente en este momento me encuentre entre mis sabanas, con la cabeza apoyada en una blonda almohada de plumas y cubierto de un liviano edredón que abriga mi cuerpo.

 

Miguel Aramayo

SCZ.02-03-2019