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Álvaro Uribe Vélez.

27 Feb

Álvaro Uribe Vélez.

Acabo de leer un libro escrito por el ex presidente de Colombia, que titula: “No hay causa perdida”. Es un libro que contiene su auto biografía desde cuando la guerrilla asesinó a su padre, hasta que el dejó la presidencia de su país, en segundo mandato.

 

Agradezco haber tenido la oportunidad de leer ese libro, gracias a un gran amigo colombiano, que sabiendo que desde que Uribe fue presidente de su país, yo seguí su caminar y siempre supe, que lo que hacía era bueno y tendría resultados favorables para ese país, que es tan lindo, con gente tan especial y al mismo tiempo, con la desgracia de estar estigmatizada por el narcotráfico y la guerrilla, guerrilla que en el transcurso del tiempo va cambiando de nombres, pero siempre con la misma saña, el mismo odio perverso, sin sentido, con la única ideología de la droga y la maldad.

 

Una gran parte de lo que relata el libro, me resultaba conocido, porque como dije, he seguido los pasos y peripecias por las que ha tenido que pasar Uribe, en sus dos mandatos presidenciales. Algo que no relata el libro, pero que también se me quedó en la memoria, pese a que no nombra a nuestro presidente, ni una sola vez, pero que lo vi en una cumbre de presidentes, que se le acercó a nuestro presidente, que se encontraba sentado en una sillón, como si lo hubieran reteado y lo tomó del brazo, para integrarlo a un grupo de presidentes, con los que Uribe estaba compartiendo en un momento de descanso.

 

Por una extraña casualidad siempre tuve una cierta relación con Colombia, cuando tenía unos 16 años, la esposa del embajador de Colombia me vio bailando una cumbia, que si no me equivoco se intitula “La pollera colorá” y me pidió, que en un acto en el auditórium de la Biblioteca Municipal de La Paz, bailara esa pieza en representación de Colombia. La señora del embajador se preocupó de darnos las instrucciones de vestimenta a los dos que bailamos esa cumbia; incluso ella me dio el sombrero colombiano. Eran un baile con velas encendidas al estilo tradicional colombiano.

 

Posteriormente, unos amigos muy queridos, se trasladaron a Bogotá, porque en Bolivia fue nacionalizada la empresa petrolera “Bolivian Gulf Oíl Co.” Y mi amigo tuvo que ser trasladado  por temas laborales y se fue con toda la familia; la mujer y cuatro hijos, todos muy chicos que se educaron allá. En una oportunidad se presentó la posibilidad de viajar de turismo y pude conocer Cali y Bogotá y quedé gratamente impresionado, pero en ese entonces era un lugar sumamente peligroso. Lo que más me impresiono de su gente es la cordialidad y educación, me sentía de la nobleza cuando en los negocios me decían: “¿Se le ofrece a su merced?”. De Cali me asombró la cantidad de mujeres lindas y eso que aquí en Santa Cruz existe la misma característica. También tuve la oportunidad de ir a una corrida de toros y hasta ahora mi mujer, mi madre, mi hermana y mis cuñadas, tienen anillos de esmeralda que compré allí y una Virgencita de madera que está en el velador de mi mujer.

 

Después leí muchos de los libros escritos por Gabriel Garcia Márquez, recuerdo incluso, una frase del él que dice: La memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado. También me tocó trabajar con mucha gene de Colombia, de empresas colombianas que estuvieron en Santa Cruz y de las cuales  me quedaron muy buenos amigos, como el amigo que me obsequio el libro de la vida de Uribe.

 

A mi criterio, Álvaro Uribe, fue uno de los mejores presidentes latinoamericanos y hasta me animo a decir, que uno de los mejores presidentes del mundo. Lo que logró hacer en Colombia, es digno de alabanza y no sólo de alabanza, sino de ejemplo. Hombres como ese deberían tener todos los países de Latinoamérica, que sean presidentes en cada uno de nuestros países, para lograr en dos periodos presidenciales, hacer lo que él hizo.

 

Si alguna vez, se les presenta la oportunidad de leer el libro que menciono, no lo dejen pasar, verán que lo que expreso ahora, no es mentira, ni simple alabanza. Desde luego que me gustaría sobre manera, que esto que expreso de ese hombre, algún día le pueda llegar a él, porque lo digo y lo hago de corazón.

 

Miguel Aramayo.

SCZ. 26-02-2015 Día de la fundación de Santa Cruz de la Sierra (454 años).