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Asco, solo asco.

29 Feb

Asco, solo asco.

Siento asco, asco del asco, porque no capto nada más que un asco vergonzoso, un asco absoluto. Siento golpeada mi inteligencia, y no solo golpeada, atormentada. Lo que sucede es como un sueño obsesivo, un sueño repetitivo, una pesadilla en la que siento que mi cerebro se llena de bolitas de mil colores y múltiples tamaños, bolitas que aprisionan mi cabeza, mi entendimiento, al extremo de pensar que va a reventar. Despierto y veo que la realidad es similar y vuelvo a conciliar el sueño en busca de paz y siento que mi cuerpo entero cae al espacio, un espacio negro total e interminable, no veo ni presiento el fondo.

 

Lo que está sucediendo es una novela perversa, una novela de personajes deformes física y psicológicamente, ¡feos…!, tan feos o quizá más feos que cualquiera de los monstruos que he visto en revistas, videos y películas, ¡horripilantes…!, ¡asquerosos…! Me parece que estoy pasando por una pesadilla, pero no cualquier pesadilla, una que atormenta no solo el cuerpo, que daña el alma. Siento como si estuviera nadando en mar de vómito, vómito de bilis, en una piscina similar a una cámara séptica

 

Nunca había visto o leído una trama tan perversa, ni siquiera en las novelitas del español: Carlos Ruiz Zafón, como el caso de la que en este momento tengo en mi mano y que titula Prisionero del cielo o las anteriores: La sombra del viento, El juego del Angel o El cementerio de los libros olvidados. Leer a Edgar Allan Poe o Alfred Hitchcock, es como leer novelas de fino amor y romanticismo, en comparación con lo que expresan los periódicos, las redes sociales o las noticias televisivas. Que dejan en la sobra al Conde Drácula.

 

Soy un convencido que los bolivianos somos gente buena, gente sensible con sentimientos a flor de piel, he convivido con los indios del occidente y he compartido con los cambas del oriente, y si existen diferencias entre ellos son por factores del clima y las vicisitudes propias de vivir en la escasez y soledad de las montañas y el altiplano, donde el frio cala los huesos y el viento silva al soplar entre los pajonales, además de perenne escasez. Diferente a la abundancia, el verdor del oriente y la opulencia de los medios de vida y de belleza en todos los sentidos.

 

Lo que nos está sucediendo, se parece a la maldición que los dioses de los incas prometieron a los que hicieran mal uso de la hoja sagrada o el castigo de los que no cumplen los preceptos del ama sua, ama llulla, ama khella. Que significan no seas ladrón (no me robes), no seas mentiroso (no escondas, no estafes), no seas flojo (trabajas para mí y lo haces con tu mayor esfuerzo).

 

No sé cuánto podrá durar este tormento, pero de lo que estoy seguro, que mientras nos tienen distraídos con esta horrible novela, nos estarán sucediendo cosas feas e irreversibles a corto plazo. Para comenzar ya lograron separarnos por características étnicas, como si el color de la piel nos diferenciará a los seres humanos, hijos de un mismo Dios; que tenemos la obligación de cumplir los diez mandamientos de los cristianos o los mandamientos de la Torá o los preceptos incas.

 

No nos queda más remedio que estar atentos a los acontecimientos, para podernos defender de los males que se avecinan y rezar pidiendo a Dios que nos proteja de los males, no solo económicos, sino y sobre todo, de los males morales que dejarán la secuencia de hechos que estamos viviendo.

 

Miguel Aramayo

SCZ.29-02-2016