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Chile y los chilenos

12 Mar

Chile y los chilenos

«Hazte fuerte en los viejos sueños para que nuestro mundo no pierda la esperanza». Ezra Pound

 

Todo lo que he visto que está sucediendo en Chile, me ha hecho pensar: ¿Qué tienen Chile y qué tienen los chilenos, para ser diferentes al saldo de sudamericanos? Me respondí: son mestizos de indios con españoles, igual que los demás y desde la misma época, pero me propuse averiguar si era lógico mi razonamiento y me encontré con una sorpresa. Los chilenos son diferentes y a continuación expongo las razones:

 

Hacia comienzos del siglo XV de la Era Común, el territorio comprendido entre el río Petorca y el canal de Chacao estaba poblado por tres grupos étnicos: los pikunche, los mapuche y los williche. Compartían ellos el idioma (mapudungún); la actual toponimia confirma lo anterior. Cómo, si no es por transmisión oral, iban a mantenerse numerosos topónimos en mapudungun hasta el día de hoy. Sin embargo, compartir un idioma no equivale a compartir una raza. En efecto, en su «Historia de Chile», Francisco A. Encina señala asertivamente que los mapuches eran muy distintos a los pikunche y a los williche. Mediciones de las proporciones craneales mostraban claramente que los pikunche y los williche estaban emparentados, y que los mapuches tenían otro origen étnico. Se asentaron entre los ríos Bío Bío y Toltén. Adquirieron el idioma del pueblo derrotado y desplazado. Se llamaron a sí mismos «los hombres de (esta) tierra» (mapu-che) y llamaron despectivamente a los derrotados «nortinos» (pikun-che) o «sureños» (willi-che), es decir, algo así como «nosotros somos nosotros y a esos cobardes los echamos hacia el norte y hacia el sur, más allá del territorio que nuestra población puede efectivamente controlar».

 

Así es, los inkas cruzaron el territorio probablemente hasta aproximarse al río Bío Bío y, al encontrar una resistencia más encarnizada decidieron volver marcha atrás unos 200 km y establecer la frontera en el río Maule, dejando sabiamente ese territorio como amortiguador frente al ímpetu de los mapuche.

 

A comienzos del siglo XVI de la Era Común se produjo la invasión española. Inicialmente se trató de la expedición de Diego de Almagro, numerosa y bien apertrechada, que buscaba los tesoros de un «segundo Perú» en estos pobres territorios. Almagro no encontró resistencia. La segunda ola de españoles fue conducida por Pedro de Valdivia. Su objetivo estratégico no consistía en apoderarse de riquezas fáciles sino de expandir las fronteras del Imperio español hasta el estrecho de Magallanes, y «plus ultra», tal vez hasta el Polo Sur.  Fundó la primera ciudad (Santiago) a una distancia suficiente de los rebeldes mapuche, como base y trampolín para saltar más al sur. No olvidemos que Valdivia llegó al Mapocho en Diciembre de 1540 y recién fundó la ciudad dos meses después, es decir, tuvo tiempo (dos meses de verano) para explorar el territorio. La segunda ciudad fundada (La Serena) aseguraba la ruta terrestre con las bases peruanas y la tercera ciudad (Concepción) estaba en la misma frontera del territorio mapuche, como una cabeza de puente. Avanzó más al sur, fundó numerosas ciudades, pero todas excepto Valdivia (en territorio williche y por lo tanto en zona sin resistencia) debieron ser despobladas. La brava resistencia mapuche obligó al orgulloso español a mantenerse en la frontera natural escogida por el enemigo.

 

Nicolás Palacios, en su «Raza Chilena», señala y muestra argumentos que indican que una proporción importante, quizás mayoritaria, de los españoles llegados a Chile entre 1540 y 1598 eran de ascendencia germánica, principalmente visigodos. (Los visigodos fueron la rama occidental de los pueblos godos. Después de la caída del Imperio romano occidental, los visigodos tuvieron un papel importante en Europa durante los 250 años que siguieron.) Lo anterior estaría confirmado por el carácter voluntario que tenía el servicio de la guerra de Arauco, que atraía sólo a aquellos hombres que tenían como ideales el valor, el honor, la lealtad y el sentido del deber, acordes con la identidad germánica y no con la mediterránea. Los guerreros españoles de origen visigótico habrían venido a Chile atraídos por una guerra interminable, de caracteres épicos, pero no trajeron a sus mujeres, apareándose con las indígenas con tal ímpetu que los sacerdotes católicos informaban a sus superiores que «se hacía un mayor servicio a la religión creando nuevos cristianos que el pecado que ello conllevaba». Francisco de Aguirre, refundador de La Serena, reconoció 50 hijos. Así nació el pueblo chileno.

 

Chile recibió una gran oleada de inmigrantes europeos, principalmente en la zonas norte y sur del país y en los puertos, durante los siglos XVIII, XIX y a principios del siglo XX. Los inmigrantes europeos que arribaron a Chile eran en su mayoría españoles, en particular vascos, se estima que los chilenos con algún origen vasco serían entre 1.600.000 (10%) y 3.200.000 (20%). Además, llegaron al país alemanes, austriacos, británicos, (incluyendo  escoceses e irlandeses), croatas, franceses, griegos, holandeses, italianos y suizos. A partir de 1848 comenzó la inmigración de alemanes y franceses al país. La inmigración alemana fue patrocinada por el Estado chileno con propósitos de colonización para las regiones meridionales del país. Estos alemanes (incluyendo austriacos y suizos), atraídos por la composición natural de las provincias de Valdivia, Osorno y Llanquihue, se instalaron en las tierras regaladas por el Estado chileno para poblar la región. Debido a que muchas zonas del sur chileno estaban escasamente pobladas, las huellas de esa inmigración alemana son bastante notorias. También se registra un gran número de alemanes llegados a Chile tras la primer y la segunda guerras mundiales, especialmente en el sur (Valdivia o Temuco). Actualmente los descendientes de esos primeros inmigrantes viven en su mayoría en las grandes ciudades, siguiendo la lógica de concentración de la población, fenómeno que se observa progresivamente en Chile desde el siglo XX.

 

Con lo expuesto quedo convencido que existe una razón lógica para que los chilenos sean como son, ojalá toda América hubiera tenido esa mezcolanza étnica y la predisposición para ser mejores y no querer retroceder quinientos años.

 

Miguel Aramayo

SCZ. 12-03-2010