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Cosa que dan asco.

23 May

Cosa que dan asco.

Por más bonita que sea la música, que el ritmo esté en punto ideal y la melodía alegre y sea de total agrado de los corazones de algunos MAS. En otros ese canto de alabanza,  nos produce asco, nos repugna y nos deja una sanción amarga. Desde luego ese rechazo es porque algunos que no somos MAS, sentimos orgullo de lo que somos y sabemos que la fama y la plata, por más que sean útiles, no debe ser todo.

 

Tenemos amigos y conocidos, tan próximos a nosotros, que están sufriendo la ignominia, que produce el estar expatriados, perseguidos e incluso presos. Que han sido engañados, extorsionados y que todo eso fue producto de una trama montada ex profesamente con ese propósito, con el objeto de dañar, de dividir, de perseguir, de apartar de hundir el orgullo de un pueblo.

 

No me cabe en la cabeza y menos en el corazón, que uno de los miembros de esta sociedad atormentada, humillada; rinda pleitesías a sus ofensores. Como una forma de expresar que se cumple el “Síndrome de Estocolmo”. Síndrome que produce una reacción afectiva entre la víctima y su agresor, que se debe, principalmente, a que malinterpretan la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte del secuestrador.

 

Desde chico me enseñaron que a ese tipo de gente, que por más que componga bonito y cante MAS o menos, se le llama “chupa medias”. Mientras miraba esa presentación se me revolvía el estómago, se me anudaban las tripas y me recordé del libro de José Hernández, “Martin Fierro”, en los versos de “La vuelta de Martin Fierro”, que a continuación transcribo, para borrar la amargura que me aflige:

 

Siento que mi pecho tiembla. Que se turba mi razón. Y de la vigüela al son. Imploro a la alma de un sabio Que venga a mover mi labio Y alentar mi corazón.

 

Tanto el pobre como el rico. La razón me la han de dar; Y si llegan a escuchar Lo que explicaré a mi modo, Digo que no han de réir todos, Algunos han de llorar.

 

Mucho tiene que cantar El que tuvo que sufrir; Y empezaré por pedir No duden de cuanto digo; Pues debe creerse al testigo Si no paga por mentir.

 

Gracias le doy a la Virgen, Gracias le doy al Señor, Porque entre tanto rigor y Habiendo perdido tanto, No perdí mi amor al canto Ni mi voz como cantor.

 

Canta el pueblero… y es pueta; Canta el gaucho… ¡ay Jesús! Lo miran como avestruz, Su ignorancia los asombra; Mas siempre sirven las sobras Para distinguir la luz.

 

Y no piensen los oyentes Que de saber hago alarde; he conocido aunque tarde, Sin haberme arrepentido, que es pecado cometido El decir ciertas verdades.

 

Y voy por mi camino Y nada me ladiará; He de decir la verdá, De naides soy adulón; Aquí no hay imitación, es pura realidá.

 

 

Miguel Aramayo.

SCZ. 23-05-2014