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Destilar odio es más caro que destilar aceite

25 Ene

Destilar odio es más caro que destilar aceite

En este inicio de año he observado acontecimientos contradictorios que me han impactado, me produjeron felicidad y tristeza.  He visto con pena que las condiciones climáticas, consecuencias “del niño”, han castigado a hermanos con menores recursos, que fueron afectados por las inundaciones, pero al mismo tiempo me alegró ver a nuestro Prefecto y su equipo ayudando a, habitantes de San Julián – Brecha Casarabe – Los Troncos, etc. los mismos que con motivo del cabildo en Santa Cruz, no se portaron agradecidos con la hospitalidad de este pueblo, que ahora los colabora en el infortunio.

 

También me alegré de ver a nuestro Vicepresidente asumiendo las funciones que le corresponden a su cargo, sin tener que esperar la llamada de auxilio de la prefectura y compenetrándose del dolor de los damnificados de las riadas, mientas que nuestro Presidente se dedicaba a mantener su físico trotando a orillas del Atlántico, en Río de Janeiro, conversando con el Canciller chileno tratando de recuperar el Pacifico.

 

Observé al leer una publicación (Oil & Gas – Julio/Agosto 2006 – “La revolución de los biocombustibles”) “que en los Estados Unidos, hace más de 30 años que no se construye una refinería de petróleo, mientras que en los años 2003 y 2004 se están construyendo 100 destilerías de bioetanol basadas en el maíz como materia prima”… Este artículo me dejó triste porque veo que nuestros gobernantes le dan más importancia a la industrialización de nuestros hidrocarburos, por recomendaciones del presidente de Venezuela y sus asesores, que prometen invertir en Bolivia más de ochocientos millones de dólares en una actividad que no usará la mano de obra de nuestros “originarios”. En la misma publicación veo que los biocombustibles tienen mayores posibilidades, actualmente y en el futuro, y que los financiamientos pueden ser más ventajosos, porque según la misma publicación que leí: “Estos proyectos de biodiesel sean elegibles para obtener créditos según el Protocolo de Kyoto, que compromete a los países industrializados a reducir, para el año 2012, 5% sus emisiones de CO2…”.

 

Si nuestro Gobierno pensara en nuestro “originarios” y en un futuro promisorio para ellos, vería que es mucho más ventajoso invertir en agricultura y en agroindustria, esta actividad es renovable y no tenemos que pensar en el agotamiento de nuestros recursos, como el caso de “la plata y el oro” y que los campesinos (”originarios”), son muchos, son pobres, son agricultores por convicción y por condición y saben muchísimo más de “La Pachamama”, que de la petroquímica, además esta actividad tiene un efecto multiplicador de más amplio espectro comercial y económico, que puede mejorar nuestra situación en general.

 

¡Me da pena!…, ¡me da rabia!…, ¡me da tristeza! ver esconder las estrellas de un General de nuestras “Gloriosas Fuerzas Armadas”, tras de un “poncho rojo” y ver una cantidad de hermanos “originarios” marchando de “poncho rojo” (ponchos ¿qué cuánto costarían al gobierno? – dinero de nuestros impuestos ¿o de dónde?) y armados con fusiles inservibles que podrán ser reemplazados por otros provistos por Chávez en cualquier momento, que marchan sin saber ¿por qué?, por sólo recibir una prebenda y dirigidos por encapuchados que ¡esconden! sus caras de comunistas extranjeros (MRTK – MRTA – venezolanos – cubanos o ¿de quién sabe donde?…, pero no INDIOS); extranjeros que llegaron con el pretexto de la “alfabetización” o “servicios médicos gratuitos” y ahora los están enajenando, los están manipulando para que ¡destilen odio!, ¡para que destilen veneno!, en vez de instruirlos sobre “la paz y el progreso”, la “subordinación y constancia a Bolivia”, que es algo que dicen los militares cuando les toca la jura de la bandera, bandera que ahora está siendo reemplazada por “la wipala”, en lugar de instruirlos para afrontar el futuro, para destilar vegetales de los que podamos extraer aceites o alcoholes, para que podamos extraer riqueza y posibilidades de progreso para los “originarios” y hacerlos olvidar de la “hoja milenaria” que sirve para ¡destilar miseria!, ¡degradar la humanidad! y atraer la desgracia que proviene del narcotráfico que le gusta tanto a los indeseables que nos quieren doblegar con la “revolución bolivariana”, convirtiendo a los “originarios” en guerrilleros, en paramilitares, que después estén sometidos a algún cártel de la droga para financiar la revolución de Chávez y Fidel y no el progresos de nuestros hermanos.

 

Miguel Aramayo

SCZ 25-01-2007