info@miguelaramayo.com

Duele el alma ver lo que pasó en Chile

2 Mar

Duele el alma ver lo que pasó en Chile

Después de ver lo que sucedió el pasado 27 de febrero de 2010, quedé impactado de muchas cosas. La gente de Chile es digna de imitar en todos los sentidos, nos han mostrado al mundo su nivel de cultura en todos los estratos sociales, el nivel de gente manejando la cosa pública, carabineros, ejército, intendentes, ministros, ni que decir de los políticos en general, presidente que se despide y presidente que asumirá el mando. Todo lo han manejado con altura, con dignidad, con honra. Realmente nos han mostrado muchas cosas que debemos aprender los latinoamericanos. Desde luego que ese nivel corresponde a una larga experiencia de catástrofes sucedidas a ese pueblo, de las cuales hago una sucinta cronología basa en la información que he podido recabar de “Google”

 

Una de las cosas que más he podido apreciar es la labor de los periodistas, nada sensacionalismo, pero mucho de realismo y sobre todo un gran apoyo a las autoridades para guiar a la población, que pese a todas las restricciones de luz, agua, y sobre todo comunicaciones, han sabido aplicar sus procedimientos para situaciones como ésta y lo más impactante es ver y escuchar a la gente. Desde luego que en todas partes se “cuecen abas” y con pena también se vieron los saqueos, pero la forma en la que presentaron los periodistas argentinos, hicieron que eso se viera más feo, porque visto lo mismo, relatado por periodistas chilenos se veía, que incluso los ladrones eran más discretos y los policías más comprensivos de la situación.

 

El primer gran terremoto de que se tenga noticia ocurrió el 8 de febrero de 1570 en Concepción, a unos 500 kilómetros al sur de Santiago. La tierra se agrietó y un maremoto acompañó el fenómeno telúrico, y aunque no hay registro de víctimas fatales, sí hubo una gran destrucción.


En Santiago hubo el 13 de mayo de 1647, en pleno período colonial, un violento sismo con una magnitud estimada en 8,5 grados en la escala de Richter, lo que causó la muerte a unos 600 habitantes y arrasó la casi totalidad de las edificaciones.


Más adelante en la historia, la ciudad de Copiapó, al norte de la capital, fue escenario en 1822 de dos fuertes terremotos, uno de 8,2 grados el 5 de noviembre, y otro de 8,5 grados el 19 del propio mes. Este sismo ocasionó marejadas que dañaron los puertos de Quintero y Valparaíso, y dejó un saldo de 200 fallecidos.


Concepción volvió a ser destruida por un sismo de 8,3 grados en la escala de Richter el 20 de febrero de 1835, el cual fue documentado por el propio Charles Darwin, quien reportó afectaciones en todo el centro de Chile.


La cronología también da cuenta en 1868 de un violento fenómeno telúrico de 8,5 grados que provocó unos 25 mil muertos en el norte de Chile y el sur de Perú, y fue percibido con fuerza en el resto del territorio de ambos países y en Bolivia.


En 1906 tocó el turno al puerto de Valparaíso, cuya zona urbana quedó virtualmente reducida a escombros y se calcula que dejó un saldo de tres mil muertos, la mayoría de las cuales quedó sepultada bajo las ruinas.


En Chillán tuvo lugar la siguiente catástrofe en el sur del país, el 24 de enero de 1939, al ser sacudida por un sismo de 7,8 grados que ocasionó unas 30 mil víctimas fatales.


Cerca de Valdivia, en la parte meridional de Chile, ocurrió el 21 de mayo de 1960 un sismo de 7,7 grados, que afectó a varias ciudades y provocó un catastrófico tsunami. Pero al día siguiente, la zona volvió a temblar con una intensidad de 9,6 grados, la mayor que se ha registrado hasta ahora en el mundo, y causó el fallecimiento de unas tres mil personas y se registraron unos dos millones de damnificados. En 1985 ocurrió un sismo de 7,7 grados en el puerto de San Antonio, cerca de Santiago, que provocó 177 muertos, más de dos mil 500 heridos y casi un millón de damnificados.

 

Cuando uno lee a Pablo Neruda, Gabriela Mistral o Isabel allende, cuando uno tiene amigos chilenos, y cuando uno tuvo la oportunidad de haber estado en Chile puede apreciar el nivel de ese país y encuentra la explicación lógica para ver que Chile es algo muy especial y se merece estar donde está, porque es por esfuerzo propio, pese a los infortunios que la golpearon, no sólo en el aspecto de catástrofes naturales, sino en catástrofes políticas, que en lugar de debilitarla le han dado fuerza y más que fuerza fortaleza.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ. 02-03-2010