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El celibato y la castidad.

13 Feb

El celibato y la castidad.

Sé que estoy incursionando en un tema demasiado serio para mi capacidad intelectual, pero me resulta interesante y me gustaría compartir con ustedes lo que llegué a averiguar sobre el celibato y la castidad. A mi criterio ambos temas son utilizados en términos religiosos, principalmente entre los católicos, los hindúes y los budistas y quizá alguna otra religión que escapa a mis conocimientos. Pienso que su práctica es antinatural y que incluso va en contra de lo que dice la Torá.

He leído en “El celibato por el Reino”, donde expresa: Hay hombres y mujeres cristianos que con pleno conocimiento y libertad, y con gran alegría, renuncian de por vida al matrimonio. Lo hacen “por amor al Reino de los Cielos”.

 

Según el Antiguo Testamento: Lectura del libro del Génesis: 1, 26-28. 31ª. Dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza; que domine los peces del mar, las aves del cielo, los animales domésticos, los reptiles de la tierra. Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó.” Y los bendijo Dios y les dijo: “Creced, multiplicaos, llenad la tierra y sometedla; dominad los peces del mar, las aves del cielo, los vivientes que se mueven sobre la tierra.” Y vio Dios todo lo que había hecho; y era muy bueno.

 

También he leído que los católicos dicen: “pero que los católicos no nos debemos quedar anclados en el Antiguo Testamento. Nosotros somos hijos del Nuevo Testamento, y ahí hay claras indicaciones a favor de la virginidad religiosa. Además Jesús mismo no se casó para así poder entregarse totalmente a su Padre y anunciar su Mensaje. También tenemos el ejemplo del apóstol Pablo y otros más.

 

El Pueblo de Dios del Antiguo Testamento apreciaba mucho el matrimonio y cada familia israelita deseaba tener muchos hijos como bendición de Dios (Gén. 22, 17). Y la virginidad, o el no tener hijos, equivalían a la esterilidad, la cual era una humillación y una gran vergüenza (Gén. 30, 23; 1 Sam. 1,11; Lc. 1, 25). Generalmente, en el Antiguo Testamento no hay aprecio por la virginidad como estado de vida. Recién en el Nuevo Testamento encontramos el estado de virginidad por motivos religiosos.

 

Del hinduismo al budismo. Las opciones célibes eran ya conocidas en India a través del hinduismo con el surgimiento de los ascetas y anacoretas y aquellos que dejaban el mundo material para buscar la explicación trascendental de la existencia a través de la contemplación. Este esquema puede ser probado en los testimonios de Siddharta Gautma (560 748 a.C.) quien en búsqueda de la verdad se une a estos. Si bien el joven bráhmana no continuó el camino de los anacoretas hinduistas, indudablemente estos influenciarían mucho en la espiritualidad que de él se seguiría.

 

El monje budista es el que sigue el camino del Buda y por lo tanto busca el desapego como método de la realización plena. Según el budismo, el sufrimiento del mundo es producto del apego y en dicho sentido el casarse no está contemplado dentro de ese camino de desprendimiento. El mismo Siddharta abandonó a Iashodhara, con la cual se había casado a la edad de 16 años y con quien había tenido un hijo, Rahula, quien después se uniría a sus enseñanzas como bonzi.

 

En el judaísmo y el islamismo. Aparte de hinduistas y griegos, son escasos los pueblos que le dieran valor al celibato y, como sucedió con el judaísmo bíblico éste era visto más como una maldición divina. Por ejemplo, en el voto de Jefté, su hija, la cual debía ser sacrificada según la promesa de su padre, no llora por su muerte, sino porque morirá virgen. Poblar la tierra se establece como un mandato divino tal como está expresado en el Génesis e incluso antes del pecado del hombre, “Dios los bendice y les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos, llenad la tierra”. Dicho mandamiento es reiterado después del relato del Diluvio universal: “Sed fecundos y multiplicaos y llenad la tierra”. El deber bíblico de procrearse se expresa en Sara, la cual dice de sí misma que “Dios me ha impedido tener hijos” y para cumplir con el mandamiento ésta da a su marido a su esclava Agar: “Únete a mi esclava, de pronto de ella tendrás hijos”. Después las dos esposas de Jacob con sus respectivas esclavas comienzan una auténtica competencia de procreación para dar descendientes a su marido de lo cual nacerían las doce tribus de Israel. Es significativo el diálogo entre Raquel y su marido quien le reclama “dadme hijos o si no me muero”. Otros personajes bíblicos tendrían carácter similar: ya en los albores del cristianismo, una de las figuras más significativas es Isabel, esposa del sacerdote Zacarías, a quien se le concede un hijo en su vejez, lo que Lucas el Evangelista presenta como que “el Señor le había hecho misericordia”.

Esta idea judaica pasaría igual al islam que es fiel a la reproducción de la vida como una ley divina según los mandamientos antiguos, incluso a través de la poligamia, practicada en la actualidad en muchos países.

 

La castidad vista desde el cristianismo. El Cristianismo considera la castidad como virtud que ayuda a cumplir con las funciones sexuales con las que los humanos nacen. Sostiene que ayuda a la procreación junto a la razón. Considera que por la castidad la persona adquiere dominio de su sexualidad, todo ello para ser feliz. Para el cristianismo no es una negación de la sexualidad sino un fruto del Espíritu Santo y consiste en el dominio de sí mismo, en la capacidad de orientar el instinto sexual hacia causas que han definido como más morales ligadas al crecimiento espiritual y corporal de las personas según sus enseñanzas. 

Para el cristianismo la castidad es una virtud necesaria en los distintos estados situacionales de la vida, y para la gran mayoría es contradictoria: Los casados, castidad significa ser fiel. Para los no casados que aspiren al matrimonio, la castidad requiere abstención.

 

La castidad ofrece en el cristianismo una preparación espiritual para el sacerdocio, el matrimonio, la vida religiosa o el celibato. Los ministros consagrados (sacerdotes, obispos) se comprometen a vivir en celibato. El voto de castidad es obligatorio para los miembros de órdenes religiosas tanto masculinas como femeninas. Sin embargo este voto absoluto no es requerido en otras confesiones cristianas, tales como las protestantes.

 

He leído de un caso del siglo pasado de un hombre notable, Mahatma Gandhi. Cuando Gandhi tenía 16 años de edad, su padre cayó gravemente enfermo. Como Gandhi era muy devoto de sus padres (como es lo usual en India), atendió a su padre a todas horas durante su enfermedad. Sin embargo, una noche, un tío de Gandhi vino a relevarlo durante unas horas. Gandhi se retiró a su dormitorio y se acostó con su esposa. Mientras mantenía relaciones sexuales entró un sirviente que le avisó que su padre acababa de morir. Gandhi sintió una tremenda culpa y nunca se pudo perdonar. Llamaba a este suceso “la doble culpa”. El incidente tuvo una influencia significativa en su decisión de convertirse en célibe veinte años después, a los 36 años de edad, mientras aún estaba casado. Esta decisión estuvo profundamente influenciada por la doctrina del brahmacharia (el celibato, considerado “pureza” espiritual y práctica). En su autobiografía él habla sobre su batalla contra la lujuria.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ. 13-02-2015 (viernes antes de carnaval).