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El hábito no hace al monje

28 Nov

El hábito no hace al monje

He notado que los mentirosos tratan de mejorar su aspecto físico, para disimular su cinismo y su descaro, algunos eligen trajes de marca, de color oscuro, con corbatas negras o azul marino, además de un prendedor con algo que brille y que quieren mostrar que sienten pena y dolor por los muertos en Sucre, pero dicen que “tres muertos no son nada…”, que en algunos otros países, se aprobaron las constituciones con setenta mil muertos. Otro mentiroso y cínico, se pone un saco negro y una camisa roja y se expresa con algunos ademanes, ademanes muy finos, cultos y estudiados, para decir que aprobaron un bono, un bono… con “mucha dignidad” y que aprovecharon de que estaban todos los de la comparsa, más algunas adquisiciones de último momento, para informar que la asamblea constituyente pude sesionar donde diga su presidenta. Otro cínico, cambia de sombrero y adopta “camisas chiquitanas”, pensando que eso lo puede cambiar y orientalizar (en los dos sentidos, en el gentilicio y en el de ubicación geográfica o cultural) y se sube a un tanque de guerra, para aprender a cantar “Mambrú se fue a la guerra” y no contento con eso se hace fabricar un dibujito animado, para que lo acompañe haciendo “rataplán, rataplán, rataplán, chin chin” y de esa manera hacer propaganda por otro bonito, el bonito “Juancito Pinto”. Después para continuar mintiendo se hace fabricar chamarras y camisas, para de esa manera tener prestancia al mentir. La última combinación que acabo de ver es la de saco negro, camisa negra y corbata verde, como adaptando ese verde que se ve tan lindo en la bandera de Santa Cruz, a la ¡facha…!, que requiere para mostrar cinismo y falta total de cultura, de conocimientos, de ética, de valor moral; repitiendo un discursito escrito por Chávez (el prófugo peruano), su asesor y el que chavemos (el macaco mayor), no sabiendo como poner las manos, si cruzarlas o sostenerse el “jajo” (mentón) en forma muy amanerada y fina y sin querer tocar los bigotitos que tanto lo personifican, como al primero de este cuento, los lentecitos.

 

Estos que cambiando de “hábito”, pero no de discurso, que pensando que son magos y con una “galera” o “tongo” y con su barita mágica, haciendo aparecer y desaparecer policías, haciendo aparecer y desaparecer movimientos sociales, haciendo aparecer y desaparecer cenadores, pero todo esto, ¡no con magia!, ¡con chequecitos que llegan de Venezuela! Como por arte de magia y que algún día tendremos que pagar los bolivianos honestos. Estos personajes que todos conocemos y que con poquitas palabras descriptivas los reconocemos, porque además de ser magos, son fosforescentes e inconfundibles, creen que nos pueden convencer y engatusar, porque subestiman nuestra inteligencia y se sienten poderosos, porque ahora ellos son los que tienen la manguera y nos pueden mojar, pero no piensan que les podemos cerrar el grifo o se les pueden acabar los chequecitos que chavemos.

 

Ahora se sienten poderosos, poderosos porque les han llegado tantos refuerzos de Venezuela y Cuba, no solo como apoyo humano de asesores que los están haciendo meter la pata, porque el discurso de allá es para otro tipo de oídos. Médicos oftalmólogos a montones, para curar el hambre y raquitismo de nuestros hermanos originarios y adoctrinarlos, con el pretexto de alfabetizarlos, para después apoderarse de sus cerebros. Ingenieros que con el pretexto de hacer un canal de drenaje en torno a una ciudad en el Beni y sin embargo están preparando la estrategia para avasallarnos, y como será de grande ese proyecto “bolivariano”, que el que chavemos, no necesita ningún permiso, para aterrizar, con o sin sus amigos, en todo tipo de avión, en todo tiempo y lugar, para dejar lo que traen y llevarse lo que fabrican en el chapare. Nosotros callados, como si no nos diéramos cuenta, como si fuéramos cotudos, como si no tuviéramos ni pizca de inteligencia.

 

Que pena lo que nos está pasando, por suerte podemos consolarnos con la esperanza de que tenemos la verdad, de que somos honrados, que no tenemos nada en contra como para que nos puedan señalar, ni con ese “índice medio doblado y tirano”. Tenemos la frente alta y en alto y que en nuestros corazones, está Dios y en la catedral, la Virgencita de Cotoca, para que la visitemos y recemos por nosotros, por nosotros y nuestros hermanos bolivianos y pidamos ¡por nuestros muertos…!, y por la paz, la paz total y la paz en ciudad de La Paz.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ. 28-11-2007