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Escuchando sonatas.

13 Nov

Escuchando sonatas.

Cuando escucho una sonata, mis sentidos se ponen atentos, mis manos asumen una posición como si yo pudiera tocar un piano, pero en verdad, de mis pobres dedos no podría desprenderse ni una sola nota, pero mis sentidos aparentan que sí, que puedo tocar el piano y aunque me engaño, es verdad mi intelecto alienta esa posibilidad y mis dedos se mueven en un piano imaginario y da la impresión que lo que escucho, efectivamente es una interpretación en la cual yo soy el que ejecuta esos acordes.

 

La mayoría de las sonatas que me agradan escuchar o composiciones de Mozart o de Beethoven y es muy fácil para mi diferenciar a quien pertenece la sonata que en ese momento perciben, no solo mis oídos, sino todos mis sentidos, porque puedo decir que mi cuerpo vibra con esas melodías.

 

Algunas veces me gusta escuchar esas sonatas de Wolfgang Amadeus Mozart, compuestas para ser interpretadas a cuatro manos y yo me siento como si estuviera escuchando directamente al compositor, detrás de su piano y el me guiña un ojo cuando se presenta la ocasión, además que percibo su sonriza de picardía.

 

Algunas veces también me gusta escuchar las composiciones de sonatas de Mozart para violín y no se diferencia cual prefiero, ambas me dejan una bella sensación de satisfacción, pero analizando más, prefiero la interpretación en piano, porque el piano deja en el ambiente una vibración que perdura, algo así como el eco de cada una de las notas que saliendo del teclado se amplifican en la caja y reverberan en todo el ambiente.

 

Las 32 sonatas para piano escritas por Ludwig van Beethoven desde 1795 hasta 1822, también son de mi agrado y me dejan una agradable sensación cuando las escucho, desde luego que se percibe que en esas composiciones hubo una influencia de Mozart y también de Haydn. Sus primeras sonatas tienen esa influencia, pero poco a poco se va distanciando y dando a las sonatas su propio carácter y personalidad. Después de la primeras 13 composiciones toma otro rumbo y en las próximas si se puede apreciar que son de su propiedad.

 

Su Hammerklaviersonata fue considerada la más difícil sonata de Beethoven todavía. De hecho, se consideró deshacer hasta que casi 15 años después, cuando Liszt tocaba en un concierto.

 

Miguel Aramayo

SCZ.13-11-2015