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Gracias a la Vida que me ha dado tanto.

21 Nov

Gracias a la Vida que me ha dado tanto.

Y todo surgió porque un muchacho se equivocó de fiesta en un año nuevo. Lo que tomaba el muchacho era muy poco, pero el champagne tiene la facultad de subir muy rápido, tan rápido como suben las burbujas en una copa finita y ese efecto alegra el espíritu de cualquiera y por un corto espacio de tiempo se llega a una euforia encantadora. 

 

Angel entró a la fiesta, poco después de brindis y vio unos ojos verdes que se encadenaron con los ojos verdes de él y ambos atraídos por una fuerza magnética. Fueron acercándose mutuamente, como si ambos tuvieran imanes. Mientras la musica sonaba con un alto volumen y parte del equipo en vivo hacia que vibre el ambiente con el reverberar de los timbales y las panderetas, aunque se suponía que el ritmo era de una balada, cuando estuvieron a muy corta distancia se tomaron de las manos y se unieron en un largo beso, como si hiciera mucho que ya se conocían y ni siquiera sabían cómo se llamaban, pero el instinto pudo más que la razón.

 

Después de ese beso quedaron bailando muy apretaditos y continuaron besándose a intervalos cortos y con relativa frecuencia, sin decirse ni una sola palabra, pero con mucha efusividad. Luego salieron a una terraza donde habían otras parejas bailando y besándose, en ese lugar permanecieron un corto tiempo y a continuación siguieron rumbo al jardín y siguieron besándose y acariciándose con pasión contenida. Fue debajo de esos árboles y envueltos por el perfume de madreselvas y jazmines, que se presentaron y rieron al unísono, confesando lo locos que eran ambos, que ya estaban enamorando sin haberse conocido previamente.

 

La noche continuó entre bailes alegres, románticos, besos, caricias y uno que otro refresco para poder hidratar el cuerpo que pedía agua, agua para aplacar tanta pasión y tanto baile. Cuando comenzó el amanecer, Angel, muy galán, se quitó el saco para cubrir los hombros de Eloísa, que tiritaba de frio y Angel se quedó en mangas de camisa, pero protegido por el chaleco,. Se fueron a tomar desayuno, como es tradicional en un amanecer del primer día del año, pero para eso apareció la prima de Eloísa, quien muy desenvuelta, se presentó a Angel. Una morenita muy agraciada.

 

A continuación del desayuno tomaron un taxi con rumbo a la casa de las muchachas y durante el trayecto de más o menos unas veinte cuadras, fue un solo beso. Después de despedirse, Angel se fue caminando a su casa, sus pisadas no hacían ni eco, caminaba por el aire, no movía los labios, para conservar la humedad que le habían dejado esos labios. Caminaba sin ver por dónde iba, pero en su retina quedaba el verde de los ojos, de los ojos que estuvo contemplando mientras tomaban el desayuno, con las manos en el bolsillo, aún conservaba el calor de las manos de la muchacha.

 

Esa noche en forma increíble cambió el rumbo total y absoluto de la vida de Angel. Siguió frecuentando por un tiempo a Eloísa, pero ella no radicaba en esa ciudad y viajaba con frecuencia, entre el lugar donde radicaba, la ciudad donde vivía Angel y Norte América. Cuando estaban juntos, era solo amor, hablaban muy poco y quedaban contemplándose, porque aparentemente, ambos quedaron prendados con sus miradas, con la mirada de cada uno de ellos, los dos eran de ojos verdes, con miradas apasionadas y un brillo en los ojos que realmente impresionaba, no solo a ellos, sino a quienes los miraban.

 

Un  buen día, Angel decidió visitar a Eloísa en su residencia, para conocer a su familia y la ciudad donde ella vivía, ese viaje fue el paso decisivo para que Angel se convenza que lo que lo unía a la muchacha, no era amor, tampoco pasión, eran simplemente esos ojos verdes, pero Angel quedó prendado de esa ciudad y tomó la decisión de emigrar, pero nunca más volvió a ver esos ojos verdes y eso no le causó ninguna pena ni remordimiento. Lo sucedido fue considerado por Angel como una casualidad, un anuncio del destino y llamado de Dios para cambiar el rumbo en su vida.

 

Después de ese viaje, nunca más volvieron a versé y si lo hicieron, ambos buscaban cualquier pretexto para desaparecer, nunca más se dirigieron ni una sola palabra y tampoco volvieron a verse. No fue una ruptura traumática, fue una separación igual que el encuentro, los imanes se repelieron mutuamente y nunca hubo ni una palabra, ni una carta, porque tampoco nunca hubo una carta entre ellos, eran simples miradas.

 

Angel, retorno a su lugar de origen, enamorado de otra muchacha, que realmente le llegó al corazón y fue el aliciente para tomar la decisión de cambiar de residencia, pese a que ese cambio le podría producir un cambio traumático, alejarse de su lugar de origen, abandonar los amigos, amistad que había cultivado desde la niñez en algunos casos, los parientes, el domicilio, el lugar de trabajo. No le peso absolutamente y como ya lo había hecho en otra oportunidad, partió con una sola pertenecía, la maleta vieja, con algo de ropa y el corazón y la mente llena de ilusiones.

 

Las ilusiones, para construir sueños, planes, metas, que debían ser conquistados poco a poco, la maleta, para tenerla debajo de una cama que no era de él en un cuarto que tampoco le pertenecía, pero poseía lo más importante, el coraje, la valentía y el deseo de progresar, además de la fe en Dios, que en ningún momento lo abandono.

 

Ese muchacho de los ojos verdes, sigue por el rumbo que se trazó y todo su entorno lo colaboró y todavía lo colabora, para que cumpla las ilusiones que siempre lo acompañaron y que todavía lo acompañan, por eso es un convencido que le da gracias la vida, a la vida que le dio tanto, tanto como lo que recitó Violeta Parra, que compuso la canción que expresa eso.

 

Gracias a la vida que me ha dado tanto / Me dio dos luceros que cuando los abro / Perfecto distingo lo negro del blanco / Y en el alto cielo su fondo estrellado / Y en las multitudes el hombre que yo amo. Gracias a la vida que me ha dado tanto Me ha dado el sonido y el abecedario / Con él las palabras que pienso y declaro / Madre amigo hermano y luz alumbrando, La ruta del alma del que estoy amando. Gracias a la vida que me ha dado tanto / Me ha dado la marcha de mis pies cansados / Con ellos anduve ciudades y charcos, Playas y desiertos montañas y llanos / Y la casa tuya, tu calle y tu patio. Gracias a la vida que me ha dado tanto / Me dio el corazón que agita su marco / Cuando miro el fruto del cerebro humano, Cuando miro al bueno tan lejos del malo, Cuando miro al fondo de tus ojos claros. Gracias a la vida que me ha dado tanto / Me ha dado la risa y me ha dado el llanto, Así yo distingo dicha de quebranto / Los dos materiales que forman mi canto / Y el canto de ustedes que es el mismo canto / Y el canto de todos que es mi propio canto. Gracias a la vida / Gracias a la vida / Gracias a la vida / Gracias a la vida. (Violeta Parra).

 

Los años pasaron y ese hecho, quedó borrado de la memoria de Angel, pero borrado total y absolutamente, sin dejar ningún mal sabor, sin dejar ningún buen sabor, simplemente como un hecho que una vez sucedió sin dejar huellas.

 

Miguel Aramayo

SCZ.19-11-2015