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Hoy tuve el día más feliz.

27 Nov

Hoy tuve el día más feliz.

Un día, que no recuerdo cuál, Angel viajaba en autobús de un lugar a otro. Como siempre, si los viajes eran largos una tenía la posibilidad de que en algún momento del viaje tener donde sentarse, eso le sucedió a Angel y cuando ya estuvo acomodado cómodamente, aunque el asiento estaba caliente, poco a poco fue acostumbrando su cuerpo al calorcito, al ambiente perfumado, al panorama que ofrecía la ciudad en ese momento y además de la musica ambientas, a las conversaciones que uno escucha sin querer, aunque para evitar eso uno puede viajar con auriculares y musica propia o si está con una lectura interesante y puede leer mientras transcurre el viaje, puede eliminar la bulla, la musica y las charlas del entorno.

 

Angel viajaba con la mente despejada, su noche anterior fue placida, disfruto del amor y del descanso, su desayuno fue frugal y como de costumbre, por lo tanto su cuerpo estaba satisfecho y al haberse levantado como de costumbre y haber disfrutado de una agradable ducha tibia con un toque final de agua fría, para despejar la mente y fortificar los músculos, con todo eso su cerebro soportaba todo el alboroto que se genera al comenzar el día y estaba atento a todo lo que sucedía a su alrededor.

 

Dos jóvenes de más o menos treinta o treinta y cinco años, conversaban amenamente y reían esporádicamente por las trivialidades que tienen la vida en forma ordinaria. En un momento determinado uno de los muchachos le dice al otro:

 

–Vos sabes que hoy, para mí, es el día más feliz, mejor dicho desde ayer.

–Porque, contame, no me digas que volviste a salir con la que sabemos.

–No, ¡ya ese es tema totalmente concluido!. –Ates de anoche llegué a mi casa y mi mujer me recibió muy cariñosa, diciendo: –¡Estamos sin Internet!, –Inmediatamente pensé que eso sucedía por exceso de pago o por falta de pago. Y le respondí: –Mañana reviso el pago y si estuviéramos en falla en el transcurso de la mañana lo soluciono.

–Pero eso es común a mí me pasa con frecuencia, que algunas veces no me alcanza el presupuesto y no pago puntualmente.

–Pero la tapa de la olla fue el saludo de esta mañana.

–¿Qué pasó? ¿Qué te dijó?

–Me saludo muy cariñosa: –¡Seguimos sin Internet!

–Como yo soy soltero, no tengo quien me reclame, y lo único que recibo normalmente cuando llego a mi bulín, es el canto del tordo, que se pone feliz cuando me escucha y canta y silva de alegría porque a mi llegada sabe que cambiaré su jaula con alimentos y agua fresca. El otro que hace fiestas es mi perro, me salta, me mueve el poquito de cola que le queda después de que se la cortaron junto con las orejas, y es feliz aunque no le de agua, él se satisface con una sobadita en el lomo y unas palabras cariñosas, que nunca me faltan, ni para el tordo “El Negro”, ni para Washington.

–No me estoy quejando de falta de cariño, mi mujer está pendiente de que no me falte nada, la casa bien ordenadita, mi comida a mi gusto, mi ropa bien planchadita y se preocupa de que no falten ni pañuelos, que vivo perdiendo, ni calcetines que vivo destruyendo, lo mismo que los calzoncillos.

–Lo que pasa es que los tiempos modernos no se mueven sin Internet.

–Eso en tu caso, a mí la batería del celular me dura hasta dos días, claro que todos me dicen que sucede eso porque soy feo y no hay quien me llame y no tengo a quien llamar.

 

Angel, hubiera querido estar más tiempo escuchando la conversación, pero ya se aproximaba la parada donde debía bajarse, tocó el timbre anunciando su partida y al bajarse los saludos a los muchachos, quienes aceptaron el saludo, muy atentos y cordiales le respondieron con palabras y gestos de amabilidad.

 

Miguel Aramayo

SCZ.27-11-2015