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Iniciando el camino

3 Jul

Iniciando el camino

El cariño, el gran cariño de mi madre, los versos, los versos que ella me leía, con voz muy queda, para no despertar a mis hermanos y no alentar la ira de mi padre,  CP1BI, en sus tertulias de radio aficionado, conversando con CP1CF, o con CP1BZ, o ambos, en La Paz y LU3DDI. (el fantasma Benito), en Buenos Aires, haciendo la tradicional “rueda”.  Escuchando esos cuentos, cuentos leídos, o inventados, relatados con tanto amor, tanta entonación y genuflexión de voz, que los hacían tan reales, tan reales que mi mente percibía vívidamente la trama, el tema, el desenlace y el epílogo de la historia o el cuento, como si fueran reales y los estuviera viviendo.  Así fue el inicio de mi vida, el despertar de mi conciencia, el trazo del largo camino, camino por el cual todavía transito. Camino que inicié pisando los pies de mi madre que me enseño apreciar la música, a saber lo que es romanticismo, lo que es desilusión, lo que es alegría, lo que es encanto.

También influyeron en mí,  mi abuela Mercedes, mis bisabuelas, principalmente, Eloísa, mis tías y tíos, principalmente Jorge. El abuelo Carlos, me mostró lo que era respeto, mesura, cordialidad. Muchos otros parientes dejaron algo en mí. Los  Muñoz, que en su mayoría eran del Perú y era gente muy trabajadora Los  Ballivián que tenían mucho de historia y de recuerdos de Bolivia en sus inicios, allí pude ver cosas con el nombre de Bolivar, pude tocar cosas que fueron de Sucre, sentarme en la mesa donde se firmó la independencia de Bolivia. Las Gonzales, que tenían amor para dar y regalar. Los Aramayo que eran poquitos, pero muy especiales. Los Mejía, donde se comía tan bien y se divertían como “Dios manda”, o los Benítez que por la afinidad con tío Imar, pude apreciar cómo son los tarijeños, lo que hacen los masones, y como se debe tratar a los hijos con psicología. Todos ellos incluyeron y de alguna manera fueron los que me dieron las pautas en la elección del camino, camino por el cual sigo marcando mi paso.

También la política de la época MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario – Victor Paz Estenssoro), FSB (Falange Socialista Boliviana – Oscar Unzaga de la Vega), POR (Partido Obrero Revolucionario – Lora), PIR (Partido de Izquierda Revolucionaria), gente como Paz Estenssoro, Lechín, Unzaga de la Vega, San Román, Gayán y muchos otros personajes, me hicieron conocer la perversa realidad política de mis primeros años, realidad que con algunos altos y bajos se viene repitiendo hasta la actualidad, las mismas situaciones, la misma corrupción, la misma impunidad, el mismo irrespeto por la vida, la moral, la conciencia y el mismo aprovechamiento de los indios, los pobres, los sindicatos, el mismo uso indiscriminado de recursos, el mismo odio y falta de respeto al oriente y exactamente el mismo centralismo y egocentrismo de los gobernantes.

El colegio, los profesores, mis compañeros, mis amigos, mis vecinos, la iglesia, las oraciones, los exámenes, las lecciones, los juegos y tantas cosas más, despertaron en mi, el hombre que actualmente soy, que pese al todas esas influencias, logré formar y conformar. Y a estas alturas de la vida me siento orgulloso de ser lo que soy, de lo que hice, pero todavía me queda camino por recorrer y espero tener la fuerza y la convicción de concluir la carrera correctamente.

A los 17 años, en un mes de mayo, inicie la caminata en solitario, me  fui a vivir a la Argentina, a trabajar y estudiar para forjar mi  futuro. Me alejé del cariño de mi madre y demás seres queridos, abandoné los amigos, el calor de hogar, la comida de mi casa, las represiones y la indiferencia de mi padre y lo único que continuó siendo igual, fue mi apego a Dios, a la Virgen Maria. Mi entusiasmo no mermó, al contrario, se incentivó y me mostró que era capaz de trazar metas ambiciosas y encarar en busca de cumplir mis objetivos. Comprobé que podía, que el esfuerzo empeñado, daba frutos.

Han transcurrido casi 50 años desde ese mes de mayo, que llegué a la estación de Retiro y fui absorbido por ese gentío, por esa ebullición de progreso en la bella ciudad de Buenos Aires, me incorporé a ese gentío de «cabecitas negras» que llegaban de las provincias y del inferior, para » laburar», como habían hecho los emigrantes que me precedieron. Todo esto era  una novedad para mi, desde el desayuno con medias lunas, las botellas de leche en las puertas de calle,  la polenta, los burros (San Isidro, Palermo), los “choripam” en la costanera, las minas en el puente Saavedra, los amoblados, el tren, el subterráneo, la comida americana, el cine continuó, el alboroto los domingos en La Valle, las milongas de fin de semana, los días sábado.

El frio del invierno, de ese mes de mayo en que tomé la decisión de iniciar el camino y la indiferencia del mundo, me sirvieron para crear mi propio calor interior para combatir el hielo del invierno y crear una caparazón capaz de envolverme de la indiferencia del mundo. Con la caparazón y el calor interior es que he subsistido hasta ahora y se manejar ambos sin dañarme yo ni a los demás. Nadie percibe ambas protecciones, pero ambas son posibles de controlar, si te apegas a Dios y dejas que él comande el carro con el que debes surcar el camino que elegiste, que pese a altos, bajos, curvas y contra curvas, pendientes que te conducen a la cima y descensos que te pueden llevar a la sima, siguiendo un rumbo equivocado. El rumbo que elegiste al iniciar y que debes controlar, será el que debes continuar hasta la meta y hasta que el Creador, el que todo lo puede te lleve a la morada que compartirás con Él.

Miguel Aramayo

SCZ. 03-07-2010