info@miguelaramayo.com

La soledad, ¡que bella que es!

29 Sep

La soledad, ¡que bella que es!

He leído muy poco de Oriana Fallaci, pero ese poco que he leído me da para decir que fue una gran mujer, premiada por el ejército italiano cuando apenas contaba con 14 años, porque había colaborado en la resistencia, como partisana. Una gran periodista que no sólo se destacó en su país, sino que fue un ejemplo en el mundo entero, como corresponsal de guerra, incluso fue herida en una revuelta en México, donde fue dada por muerta y no murió por la intervención de un cura que la reconoció viva cuando estaba entre cadáveres. Una escritora prolífica. Escribió muchos libros y todos con muy buenos comentarios. Hizo pareja con a Alexandros Panagoulis, quien murió en un accidente, que posiblemente tuvo carismas políticos. Eso afecto tremendamente su vida, pero no decayó en su labor periodística.

 

En su primer libro escrito en Estados Unidos, “Los siete pecados capitales de Hollywood”, mostrando todos los manejos que se hacen en ese ambiente y los personajes que lo conforman. Tuvo el gran honor de que el prólogo de ese libro lo escriba el famoso escritor Orson Welles.

 

Aunque seguía expresando sus opiniones anticlericales, definiéndose “atea-cristiana” en su libro La fuerza de la razón (La forza della ragione), declaró públicamente su admiración por el papa Benedicto XVI, quien el 27 de agosto 2005 la recibió en Castel Gandolfo en audiencia privada. El encuentro tenía que ser secreto, pero la noticia se publicó tres días después, mientras que el contenido de la entrevista nunca se dio a conocer.

 

Se me ocurrió escribir esto, porque la última vez que estuve buscando un libro, en los primeros días de esta semana, paso por mis manos uno que si no me equivoco correspondía a una biografía de ella y quedé impresionado al leer la contratapa, la misma que transcribo a continuación:

 

Los sueños, las batalla y los grandes amores de una mujer legendaria

 

No siempre la soledad es una prisión. A veces, para algunos, es una conquista que defiende de nuevas heridas y ofensas. Sólo los débiles y los pobres de espíritu tienen miedo de la soledad y se aburren solos. Yo no soy débil. Soy muy fuerte y, ahora, durísima. Por lo tanto, no tengo miedo a la soledad”. Así se describe a sí misma Oriana Fallaci en una de sus muchas cartas a amigos, amantes, familiares, colegas y entrevistados.

 

Esa obra única reúne la correspondencia de la excepcional periodista, dejando a la luz tanto su intimidad como su metodología de trabajo, cuál más fascinante, con capacidad distintiva de Fallaci de expresarse y opinar con honradez y animo polémico.

 

Más de diez años después de su muerte, sus reflexiones y confesiones nos permiten descubrir la voz más auténtica de la escritora del todo comprometida con su trabajo, incluso en sus misivas más privadas.

 

Esto que transcribo lo hago para mostrar que no tiene nada de malo el tocar el tema de la soledad, porque alguien opino de mí, diciendo que ese tema es muy constante en mis escritos. Es cierto, no lo niego, pero al tocar ese tema no lo hago con el afán de quejarme, al contrario, estoy convencido que la soledad es algo muy bueno, especialmente para los que deseamos crear algo.

 

Miguel Aramayo

SCZ. 29-09-2017 Hoy es mi cumpleaños y he sido muy bien agasajado, con mucho cariño.