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Mi abuelo

30 Dic

Mi abuelo

Escuché una conversación: Alguien decía, en una mesa de comedor, mientras hacían sobremesa o esperaban que llegue el postre. Un amigo que había leído algo de mi abuelo se expresó de esta manera, cuando se dirigía a mí: –Te pido que no te molestes, pero he leído algo escrito por tu abuelo y me da la impresión que consume LSD, porque más que historias son alucinaciones, ¿Qué me puedes decir al respecto?

 

–Mi abuelo, de la cerveza y los cigarros no ha pasado, aunque nos contó que una vez tuvo una pastilla de LSD, guardad en su billetera y la conservó hasta que en una oportunidad comentó de su existencia en un grupo de amigos y uno de ellos se la pidió y la consumió, después, le contó los efectos y que casi se pasa de rosca, pese a que era un tipo experimentado en esas lides. Pero mi abuelo es un simple soñador, que todo lo que escribe o gran parte, corresponde a ficción o recuerdos que almacena en su cabeza.

 

–Sé de un escritor que se llama Thomas Wolfe, que estoy seguro que mi abuelo no lo leyó, que tiene algunas frases que parecieran producción de a mi abuelo, como: Recuerdo que siempre sentía que iba a hacer algo grande. Es lo mejor que puede pasarle a un niño. Intentas hacer todo tipo de cosas. No dices nunca: «Es imposible, no puedo hacerlo, no estoy hecho para esto…«, o esta otra: “La soledad es y siempre ha sido la experiencia central e inevitable de todo hombre”.

 

–Después de ver una película que titula: Pasión por las letras, quedé impresionado y me puse a ver algo de lo que había escrito Thomas Wolfe, y encontré mucha similitud con mi abuelo, aunque el viejo no le llega ni a los talones a ese escritor, que fue muy famoso pese a su corta vida (desde octubre de 1900 a septiembre de 1938), pero el entusiasmo que le ponen ambos por expresar lo que tienen en su memoria, me hace ver que ambos viven sus recuerdos con tal vehemencia y los describen todos con tanto detalle, que cuando lo escuchas te dejas transportar y formar parte de sus recuerdos.

–Ese escritor tampoco se drogaba, aunque le gustaba la bohemia y el wiski, más o menos como a mi abuelo.

 

–Sin que me hubieras dicho eso del LSD, me puse a pensar en el estilo del abuelo y después de ver la película, que te mencioné, quise saber algo más de Thomas Wolfe, y pasé un buen tiempo navegando en Internet y leí un comentario sobre uno de sus libros, que se titula: Historia de una novela. Que dice: Lleva por subtítulo El proceso de creación de un escritor, es uno de esos libros ya difíciles de encontrar y poco conocidos, pese a que Mario Vargas Llosa lo citara al inicio de sus Cartas a un joven novelista. Es un ensayo autobiográfico que necesitaría una urgente reedición. Sus páginas nos sirven para comprender el estilo tan torrencial y excesivo de Thomas Wolfe, por qué era así y por qué escribía novelas que requirieron tantas amputaciones. En uno de los pasajes, Wolfe afirma que su memoria es algo prodigioso, fuera de lo común: que es capaz de recordarlo absolutamente todo, y no sólo en lo que se refiere a las caras, los diálogos y los escenarios, sino cualquier detalle mínimo (el ruido de una puerta, el susurro de una hoja, el modo en que el sol iluminaba un cuarto, los colores y los tamaños de las habitaciones en las que durmió, el chirriar de una silla…), y que su cometido consistía en expresarlo mediante la escritura; a mí me ha recordado a esas películas de superhéroes en las que el protagonista es consciente de todo cuanto hay a su alrededor y casi se vuelve loco antes de dominar su poder (pensemos, por ejemplo, en Superman o en Spiderman)”.

 

–La memoria de mi abuelo es algo similar, se recuerda de cosas que sucedieron hace mas de siglo y medio y porque se lo contó su bisabuela que murió a los 106 años y cuando el nació, ella tenía más de 80 y cuando murió, mi abuelo tenía 20. –Lo escuche relatar olores, sabores, rasgos de personas, timbres de voz, vestimenta lugares, etc.

 

–En algún momento te podré contar algo más de mi abuelo, pero como vos lo conoces y tienes acceso a su casa, cuando quieras puedes hiurgarle la boca y veras que lo que te cuento, no son cuentos.

 

Miguel Aramayo

SCZ.30-12-2016