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¿Para quién tanto amor?

18 Sep

¿Para quién tanto amor?

Si, si te amo, no es poquito.

Te amo mucho, un montón.

¿No sé cómo expresarlo?

Las palabras no me alcanzan.

Los gestos también son pocos.

Los sentimientos si alcanzan,

Pero son invisibles, etéreos.

¿Cómo hacer para que veas?

¿Cómo hacer que captes?

¡Lo mucho que te amo…!

¿Podría ser con un beso?

Pero ya estás muy lejos,

Estás en el más allá

Y yo estoy aquí sin ti.

Y te amo, ¡un montón!

 

Miguel Aramayo

SCZ.14-09-2018

 

18 Sep

El alma

Estaba divagando, como es mi eterno vivir y en ese transitar por todas partes y por ninguna realmente conocida, tuve la oportunidad de encontrarme con algunas almas, pero ninguna de ellas de personas que hubiera conocido, quizá una algo conocida, principalmente por su fama. Era el alma de alguien que nació en Besanzón el 26 de febrero de 1802 y que murió en París el 22 de mayo de 1885, fue poeta, dramaturgo, novelista, también fue político e intelectual muy famoso. Su madre (Sophie Trébuchet) de origen bretón, lo bautizó con el nombre de su amante (Víctor Lahorie), que también era su padrino y con el apellido de su marido (Joseph Léopold Sigisbert Hugo). Dentro de sus obras más importantes puedo citar “Los miserables” y de sus poemas, que son muchos y que todos expresan sentimientos de una forma profunda: A una mujer y Canción, los mismos que transcribo a continuación:

 

A una mujer

¡Niña!, si yo fuera rey daría mi reino, / mi trono, mi cetro y mi pueblo arrodillado, / mi corona de oro, mis piscinas de pórfido, / y mis flotas, para las que no bastaría el mar, / por una mirada tuya. // Si yo fuera Dios, la tierra y las olas, / los ángeles, los demonios sujetos a mi ley. / Y el profundo caos de profunda entraña, / la eternidad, el espacio, los cielos, los mundos / ¡daría por un beso tuyo!

 

Canción
Nace el alba y tu puerta está cerrada / Hermosa mía, ¿a qué dormir? / ¿Si se despierta la rosa, / no vas a despertar tú? // Mi lindo encanto / escucha ya, / a tu amante que canta / y también llora. // Todo llama a tu puerta bendita. / Dice la aurora: «yo soy el día.» / Dice el pájaro: «yo la armonía.»  / Y mi corazón: «yo el amor.» // Mi lindo encanto / escucha ya, / a tu amante que canta / y también llora. // Te adoro, ángel, te amo mujer / Dios que me completó contigo / creó mi amor para tu alma. / Y mis ojos para tu belleza.

 

Hablando con las almas que me encontré en mi caminar errante, pude sacar algunas conclusiones que las describo y comparto a continuación:

 

Se pueden escribir poemas sin necesidad de ver lo que otros poetas escribieron. Porque los poemas salen del alma y en el alma de cada uno está lo que contienen el cerebro y el corazón del hombre que es poseedor de esa alma.

 

El alma, es el nexo que une un cuerpo determinado a Dios. Por lo tanto, lo expresado por esa alma será de conocimiento de Dios, pero como Él ¡supuestamente…!, nos da libre albedrío, Él lo tomará como simple información, pero no intervendrá en la opinión de esa alma, ni en el poema que exteriorice.

 

El inspirador del poema es alguien, que puede ser un ser querido, que puede ser una mujer conocida o simplemente un amor platónico que inspirará a un hombre, quien buscará a su alma para expresar los sentimientos que impulsan su cerebro y su corazón, para traducir esos impulsos, esos ímpetus en palabras que conformarán un poema que repetido por una voz acorde exteriorizará los sentimientos que le impulsaron a esa alma para esa creación.

 

¿Cómo me encantaría tener ese don?, tener un alma que sepa expresar mis sentimientos en palabras, en palabras que rimen y que posean una métrica que pueda llegar como un soplo divino, como una dulce melodía a la persona que inspira esos sentimientos.

 

Miguel Aramayo

SCZ.13-09-2018

Se fueron 256 días y sólo quedan 109 días para que termine este año.

 

18 Sep

¿Será posible?

Quisiera escribir sobre amor, pero no poquito, un montón. Quisiera que mi mente pudiera captar todo el romanticismo que almacena el mundo y quizás más, mucho más.

 

Producir una y mil hojas que capturen todos los momentos más tiernos, de parejas que se amaron. Qué ofrendaron sus vidas, a ese bello sentimiento que se llama amor y que encierra todo lo que puede contener un corazón, que late en procura de dar y recibir cariño.

 

Quisiera tener las manos tan suaves y grandes para poder acariciar brindando cariño a raudales, sin mezquindades, al contrario, con prodigiosa ternura, que estremezca y logre mover las fibras más íntimas del ser amado.

 

Quisiera tener los labios más tiernos, que con tan solo un beso pudieran elevar al cielo a quien lo reciba y que pueda decir que fue la sensación con tal plenitud, que la suspendió del suelo y la aproximó a las estrellas.

 

Quisiera tener una mirada tan profunda y poder alcanzar el alma del ser amado para expresar los inmensos sentimientos que alberga mi corazón.

 

Es tanto y tanto lo que pretendo, lo qué ansío, que me conformo con lo poquito que me brinda nuestro Creador.

 

No descansaré en procura de lograr esos mis ensueños.

 

Miguel Aramayo

SCZ.19-08-2018

 

 

18 Sep

Para mi suegra, con inmenso cariño

Si alguien puede entrar hasta el fondo de mi alma, para comprobar cuánto la quiero. Con seguridad será mi suegra. Y verá que en ese fondo están ella, mi madre y contadas personas.

 

Por eso digo felicidades Sra. Sarita.

 

Miguel Aramayo

SCZ. 12-08-2018

 

 

18 Sep

En el zoológico

Amigos ustedes pensaran que estoy loco, un día estoy hablando con libros, otro leyendo cartas del siglo pasado, hace poco caminando entre nubes y ahora lo que les contaré es que estuve visitando un zoológico, ¡si…! Para no aburrirlos este cuentito será cortito y les dejaré la tarea de pensar.

 

Estuve en un zoológico, donde encontré todo tipo de animales, desde reptiles ponzoñosos, hasta animalitos muy sensibles, incluso pude ver una alimaña algo femenina y hasta un animalito viejo todo quemado, pero que todavía brinca pensando que se puede subir a algún árbol, también había algunos animalitos de nuestro acervo (llamitas), uno que daba la impresión de estar charlando con las piedritas, que las tenía clasificada en piedras hembras y machos.

 

Todos estos animalitos estaban en una misma jaula, una jaula muy grande, por alta y espaciosa, más parecía una “casa grande”, que una jaula común y corriente, todos los animales quietingos, especialmente los más viejitos, aunque casi todos ellos ya se los notaba trémulos. Parecía que estuvieran en un conclave, todos con caras muy serias y de boca cerrada, pero con miradas raras.

 

Quedé pensando, ¿qué extraño?, que animales de tan diferentes especias puedan compartir el mismo espacio sin hacerse daños unos a otros y que puedan tener algo en común para juntarse. Debe ser que sucedió algo muy importante, pero me llamó la atención no ver ningún monito, aunque alguno de esos animalitos en una época de su vida hubieran pasado por esa evolución o transformación. Supe que algunos ausentes están en el exterior.

 

Miguel Aramayo

SCZ.18-09-2018

 

18 Sep

¿Conversación o chat?

En otro de mis viajes increíbles, esta vez por el cielo, entre nubes, sin protección de los rayos ultravioletas, infrarrojos y un sin número más de rayos que por estos lugares están presentes, dada la escasez de ozono en algunas partes de la espera cósmica, pero libre de los influjos de la radiofrecuencia que producen los celulares y cuanto aparato eléctrico funcionando sobre la corteza terrestre y que con toda seguridad influyen en lo que son los humanos actualmente, que se diferencian de los antiguos.

 

Como les digo caminando entre nubes, donde pude apreciar algunas personas tocando arpas y liras, pero no conocía a ninguna de esas personas, todas uniformadas de blanco y con una aureola que coronaba sus cabezas, no se distinguía si eran hombres o mujeres, porque todos vestían batas blancas muy holgadas, que incluso tapaban sus sandalias y no dejaban apreciar ningún tipo de curvas. Lo que si pude reconocer fueron algunos ángeles, de esos sin identificación que andan dispersos, pero que se reconoce que son ángeles, porque tienen alas a diferencia de las personas y no tienen aureola y tampoco tocan ningún instrumento. Están allí como asoleándose sin hacer nada, pero en espera de recibir órdenes superiores.

 

Los Ángeles que conocemos y tienen nombre, no están entre las nubes, ellos habitan en el mismo territorio donde está Dios (Padre, Hijo y Espíritu Santo), que no se lo ve, porque es totalmente espiritual, pero se nota porque a su alrededor se ven serafines, querubines y los Ángeles con nombre: Gabriel, el mensajero divino que revela la voluntad de Dios (anunciación, bautismo, etc.), también los musulmanes lo llaman Jidril y es quien le dictó el Corán a Mahoma. Miguel, el más grande de los cuatro grandes Arcángeles. Rafael, el ángel de la alborada, regente del segundo cielo. Daniel, del coro de los principales. Gamaliel, el encargado de elevar a los elegidos.

 

Existen otros ángeles que no los oímos nombrar como: Aba, que controla la sexualidad de los humanos. Ababaloi, que se lo invoca en rituales cabalísticos del rito Salomónico. Abariel, regente de las mansiones de la Luna. Abbaton, ángel de la muerte y custodio de las puertas del infierno.

 

Los ángeles son muchos como para poderlos nombrar a todos, pero lo primero que me enteré en el viaje, que yo no estaba en los cielos superiores, que son desde el primer cielo hasta el décimo cielo. Donde yo merodeaba era el cielo que vemos que está antes del primer cielo, que es donde habitan los que están en la lista de espera para ser elevados al cielo que les corresponde, que puede ser el primero, segundo u otro superior, hasta llegar donde están los arcángeles y está Dios.

 

Lo más bonito que me sucedió en ese viaje, es que nadie tenía celular, ni tablet, ni ninguna burrera electrónica, todos conversaban a viva voz y se escuchaban entre todos, sin tener una pantalla de por medio y sin los famosos pititos, soplidos y campanillas que en la tierra poluyen el ambiente, incluso en las iglesias y los velatorios. Cuando quise hablar con los habitantes de esas nubes, me permitían ingresar al grupo de conversación sin necesidad de pedirme password o identificación ni dirección, nadie me reconocía por mi IP, sino simplemente por mi fisonomía, tampoco necesitaba GPS para movilizarme entre nubes.

 

Miguel Aramayo

SCZ.17-09-2018 Cumpleaños de mi prima Patricia y mi sobrina Sarita.

 

 

18 Sep

Un día de septiembre

Hoy me sentí alguien muy especial, en la mañana recibí mails de amigos muy queridos, con palabras de cariño y reconocimiento. Al mediodía vi a un amigo en su lecho de enfermo, eso desde luego que no fue nada agradable, pero me hizo comprender que en esta vida no todo es felicidad, pero incluso esos infortunios me hicieron sentir importante. En la tarde un amigo me llama para invitarme a su casa para festejar su cumpleaños y le comento que desde que me desperté estuve pensando en él y me alegraba escuchar su voz y darme la posibilidad de compartir con él y otros amigos. Después me llama otro de los amigos, del grupo que estaremos en el cumpleaños, para comunicarme que el martes que viene me festejaran el cumpleaños. Para completar la tarde feliz me llama un compañero de curso para comunicarme que están reunidos los amigos con los que compartimos la adolescencia y que estuvimos en el colegio hasta concluir la secundaria, me llamó Javier y me nombró a varios de los que en ese momento estaban compartiendo una reunión por la llegada de dos de los compañeros que desde que terminaron el bachillerato viven en USA. Me llamaban para mandarme abrazos, cariños y decir que extrañan mi presencia. ¡Qué belleza!

 

Es mucha casualidad que en un solo día tenga tantos contactos de los mejores años de mi vida y que todos ellos expresen sus sentimientos de cariño, los mismos que retribuyo a raudales, porque la amistad es algo invalorable, es el sentimiento que nos permite seguir prolongando la vida y el aliciente que nos permite ser felices y que desde nuestros cerebros afloren un sin número de bellos recuerdos, anécdotas e historias y desde nuestro corazón fluyan los mejores sentimientos, los sentimientos de amistad que ya bordea más de sesenta años de compañerismo de amistad, de cariño fraternal, que nos brinda felicidad y que nos permite ampliar nuestra juventud.

 

Realmente me siento feliz de sentirme querido y recordado por tanto amigo, lo cual me acerca a Dios, para dar gracias por mi y por todos ellos.

 

Miguel Aramayo

SCZ.14-09-2018

 

18 Sep

Leyendo cosas viejas

Mientras estaba en el desván ordenando libros y encontré ese que desprendiendo un polvo ámbar con olor a mirra, que me habló y me hizo estremecer. También encontré una cajita con muchas cartas, que con seguridad eran muy antiguas y que de puro curioso se me ocurrió tomar una del sobre que casi se desbarataba y leer el contenido de la carta. Estaba fechada en París un septiembre del siglo pasado y decía lo que leo a continuación:

 

Mi querido amigo:

Quiero compartir contigo algo que quedó en mi mente y que sé que vos después de leer y responderme sabrás guardar el secreto.

Mientras escribo escucho Mozart, por suerte la musica te aísla de otros sonidos molestos y te permite concentrar en lo que, si te ofrece sosiego y te distrae, con buena musica puedes dejar tu mente en blanco, para poder dedicarte a la lectura distraída, pero también esa misma musica es apta para retroceder tus recuerdos a las épocas que quieres volver a vivir, a cuando eras un simple muchacho. Un pibe virginal, que lo que quería era estar lo más próximo de Dios y le dedicaba horas enteras a la espiritualidad de su alma, que estaba creído que podía llegar a la santidad. Esa fue la época que estuvo en el seminario y se pasaba en la capilla muchas horas rezando el rosario a una Virgen a la cual procuraba no ver a los ojos, porque se sentía pecador, basura, poca cosa y la mirada de esa bella estatua le llegaba a convencer que no podía ver a esos ojos azules, a ese rostro tan bellamente forjado.

Pero tuve otras épocas donde dedique mi vida a trabajar y formarme, época en la que soñaba con ser lo que soy ahora o por lo menos algo parecido, porque mis sueños de ese entonces se cumplieron a cabalidad. Hasta que un día se me ocurrió escribir algo que pensé que era la verdad, pero que me alejó notoriamente de la realidad, porque escribir todo lo que tiene tu cerebro representando a tu corazón, no es bueno, puede hacer daño como lo hice yo. Desde ese momento mi vida es vacía, claro que antes ya sentía que tenía una fuga, ya no era como la había soñado.

La época en que formé los sueños y me preparé para afrontar la vida lo hice en total soledad, o por lo menos en una soledad disimulada, porque compartía con la gente de la pensión, cuando estaba con tiempo para juntarme con esa gente, con la gente del instituto, en los momentos de esparcimiento, porque después estaba totalmente dedicado a los estudios y las prácticas y no permitía que mi mente se fije en nada más, ni siquiera miraba a las chicas bonitas que me rodeaban y si no me equivoco me merodeaban, pero yo poseías metas diferentes. También tenía para disimular la soledad mis compañeros de trabajo, con los que compartía en el tren mientras me dirigía al trabajo y cuando retornaba para dirigirme al instituto. Cuando pretendía disfrutar de mi soledad, porque era algo que me hacía inmensamente feliz, era caminar por las calles de Montmartre o adentrarme a un café, para disfrutar de la musica de un piano.

Ahora que los años pasaron me doy cuenta que lo que más felicidad me produce es la soledad, porque por más que esté acompañado, estoy solo y esa soledad no me incomoda, no disminuye mi felicidad, puedo leer, con lo cual enriquezco mi intelecto, pero también puedo escribir con lo cual desahogo mis sentimientos y evito el estrés.

Ahora pasaron los años y lo que me queda por cumplir de los sueños soñados ya es muy poco, casi nada, pero me obligo a continuar, porque esta vida no se puede acabar abandonándose, esta vida debe continuar hasta que nuestro creador decida, y eso puede ser ahora o pueden pasar muchos, algunos o pocos años, Él lo tiene programado y nunca te lo dirá, mientras tanto estás obligado a seguir viviendo, a seguir mostrando que no pasa nada, que eres feliz, porque en realidad sos feliz, porque lo que estás viviendo es lo que deseaste, o por lo menos lo que conseguiste, porque “cada uno es artífica de su propio destino”.

A Dios apreciado amigo, será hasta algún otro momento. Me despido con la esperanza de recibir respuesta y cuento con tu discreción.

 

Después de leer esa carta, la retorné al sobre y la cajita que la contenían y de mis ojos escurrieron unas lágrimas, pero no de tristeza, de felicidad de haber compartido algo escrito hace tanto tiempo y desde tan lejos.

 

Miguel Aramayo

SCZ.09-09-2018

 

18 Sep

El libro de su vida

Un hombre extremadamente prolijo se dedicó a ordenar su desván, poseía tantos trastos viejos, que debía eliminar algunos, por inservibles, ¡no por viejos…!, porque algunas cosas viejas se pueden convertir en grandes recuerdos. En todo ese desorden de cosas que se fueron acumulando en el transcurso del tiempo encontró una antigua biblioteca que almacenaba libros no sólo de su propiedad, sino de parientes que ya estaban en la eternidad, e incluso de parientes que él no tuvo la suerte de conocer.

 

Como era muy aficionado a la lectura y le gustaba ver y repasar libros antiguos y de actualidad, se puso manos a la obra, buscó una silla y la acercó a ese anaquel rudimentario que estaba adosado a la pared del fondo, simulando ser una biblioteca. Eligio comenzar por los libros que estaban más arriba y que daban la impresión de ser los más viejos, o por lo menos los más leídos o simplemente abandonados a su suerte. Observaba su estado, leía el título y el nombre del autor, el contenido de la contratapa y de las pestañas de inicio y final del libro, si encontraba que era de su interés profundizaba leyendo unas dos o tres hojas, en algunos casos sólo repasaba unos cuantos renglones y lo ponía en el espacio que destinó a los desechables, para después donarlos a la biblioteca municipal y los interesantes conservarlos en el mismo anaquel, pero después de clasificarlos.

 

Al abrir uno de los libros con tapas negras que no mostraban ni el título del libro, ni el nombre del autor y no poseía ni contratapa escrita y menos pestañas, sus hojas estaban amarillentas y mostraba que era una impresión antigua. Al abrirlo se levantó una nube de polvo con un aroma a mirra y tonalidad ámbar, sus dedos se estremecieron al contacto de sus hojas y le pareció sentir un leve murmullo. Quedó petrificado, todo su cuerpo se hizo “chicó” (estremecimiento que recorre el cuerpo) y sus ojos se llenaron de lágrimas, sus labios se contrajeron y sus papilas percibieron un leve sabor acido, su pulso bajó de intensidad y sus oídos se hicieron más sensibles al escuchar que una vos muy melodiosa y bien entonada con timbre de contralto, que le decía –Léeme, ¡será muy fácil y rápido…!, porque más tiempo hablaré para encantar tus oídos y no cansar tu visión. –¡No temas…!, el relato que contengo te hará feliz, porque sentirás que es la historia de tu vida, por lo menos una etapa de tu vida, quizá la más bonita, la que contiene recuerdos que mostrarán porque ahora sos lo que sos y no sos diferente.

 

El hombre tragó saliva, con el temor de ahogarse, porque al abrir ese libro se sintió suspendido a una situación de fragilidad, se sintió débil, pero no de físico, de espíritu y eso no le agradó, porque muy pocas veces en su vida había tenido sensaciones similares y no recordaba haber pasado nunca una situación igual o semejante. Respiró hondo, restregó sus ojos como si estuvieran empañados y con lagañas, carraspeo como queriendo limpiar su garganta, estornudo por efecto del polvo, estiro las piernas como si hubieran estado entumidas o adormecidas, suspendió los brazos sosteniendo el libro y sintió que ese polvo se derramaba como si cayera en su cabeza. Después de bajar los brazos apoyó el libro en su regazo y elevó una oración al cielo para tranquilizarse y continuar con lo que le ofrecía el destino y la voluntad del Creador.

 

Con el libro en el regazo, cerró los ojos y aceptó lo que le proponía el espíritu del libro, es más pidió que le lean todo. –Espíritu o ¿cómo quieras que te llame?, prefiero que vos leas todo y yo te consultaré cuando encuentre necesario.

 

El espíritu le respondió: –Puedes continuar llamándome “Espíritu” y yo te llamaré “Viejo”, ¿Estás de acuerdo? –Si estoy de acuerdo. –Viejo, leer será muy largo y antes de que llegue a leer el 1% vos estarás dormido. –Te propongo leer todo el texto mientras estés dormido, de esa manera pensarás que es un sueño y quedará grabado en tu subconsciente. –Si tenés dudas me las consultas en cualquier momento, yo estaré siempre con vos, hasta concluir el contenido de este libro.

 

Quedaron de esa manera y mientras tanto el viejo podía seguir ordenando la biblioteca y dejaba para sus horas de descanso la lectura de ese libro, el mismo que trasladaría a su dormitorio y lo dejaría encima de la mesa de noche, para que el Espíritu no se olvide de su ofrecimiento. A partir de ese momento el Viejo se desesperaba por llegar a su cama para buscar el sueño en forma inmediata, estaba ansioso por escuchar la lectura del libro de su vida.

 

Miguel Aramayo

SCZ.07-09-2018

 

18 Sep

Los hijos

Creo haber terminado de escribir mi décimo quinto libro, que es la cuarta novela en la colección y si no me falla se llamará: “Amor o inteligencia”. Por casualidad hoy también es la fecha de nacimiento de mi segundo hijo, del hijo que con ansias desee que fuera varón y que Dios en su profunda bondad complació mi deseo, que fue un pedido expreso de mi parte, aunque todos en la casa preferían que fuera la pareja del primer hijo.

 

Era tan joven cuando nacieron mis hijos que tengo la seguridad que en mi desarrollo personal fui creciendo con ellos y procuré brindarles todo el amor que se merecían y formarlos con los valores en los que habíamos sido formados su madre y yo. Ahora después del transcurso del tiempo, agradezco a Dios, que nos hubiera colaborado y que esos hijos se convirtieran en lo que habíamos soñado.

 

El mérito de esa transformación de niños en hombres de bien, en gran medida es de su progenitora y desde luego que en mucho influyó el entorno en el que nos movimos, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros amigos, los primos y los amigos que acompañaron su crecimiento, los mismos que conservamos hasta hoy.

 

Dicen que todo hombre debe tener un hijo, sembrar un árbol y escribir un libro. Esa aseveración es más poética, la tarea de un hombre es más profunda, debe haber ayudado a brindar felicidad a sus padres, haber colaborados a sus hermanos y debe servir de ejemplo a los hijos que tuvo y continuar irradiando ese amor y ese ejemplo a los nietos que endulzarán sus años al final del camino que se debe recorrer desde que se inicia como una semillita que supieron cultivar sus padres y que también alimentaron sus abuelos y a los que tuvimos la suerte de disfrutar del amor de los bisabuelos.

 

Los años pasan y no nos damos cuenta de ese hecho, hasta que estamos próximos al umbral que nos muestra muy próxima la ruta a la eternidad y debemos dar gracias de haber transitado el camino, ¡sin sinsabores…!, ¡bendecidos por nuestro creador…! y ¡halagados por nuestros seres queridos…!, los que están con nosotros, como los que están en el más allá y desde allá retornan a nuestros recuerdos.

 

Miguel Aramayo

SCZ.31-08-2018