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Música, corazón y alma.

8 Jul

Música, corazón y alma.

Qué extraña y bella sensación que siento en este momento, siento mi cuerpo y estoy consciente, la prueba es que estoy escribiendo, pero puedo asegurar que quien es dueño de esta sensación momentánea es mi espíritu o quizá lo que diría un materialista, “mi intelecto”. Es como si por un momento, mi cuerpo, que es simplemente materia, estuviera separada de mi intelecto, de mi espíritu y que esté consienta, como parte indivisible, pero no indispensable, de ambas partes de mi composición humana, cuerpo y espíritu.

 

En este preciso instante estoy escuchando música, es música de guitarras, en su mayoría tangos, valses, vihuelas. Son composiciones que conozco de hace mucho y que cada vez me producen la misma o parecida sensación. Es música que exalta mi espíritu y que al mismo tiempo, predispone mi cuerpo para acompañar el momento de éxtasis que produce la buena música.

 

Escucho composiciones como: «El amor es azul», «El preludio de la traviata», «La que nunca tuvo novio», «El porteñito» y «Naranjo en flor». Melodías que se van desgranando desde un aparato que por unos audífonos se conecta a mis oídos y transportan mi espíritu a un superficie superior, mientras mi intelecto ordena a mis manos que describan en palabras lo que siente mi humanidad indivisible, mi cuerpo y mi espíritu, mi espíritu y mi cuerpo. Mientras simultáneamente escucho las melodías y les pongo la letra, que obtengo de mis recuerdos, mientras mis pies siguen el compás, como haciendo un firulete y una cortada, pero mis manos y mis dedos, haciendo uso de una parte de mi memoria, van plasmando en letras lo que mi espíritu imagina en imágenes.

 

Esto que estoy sintiendo en este momento. Es la misma sensación, el mismo sentimiento que me produce el amor, y para demostrarlo puedo repetir algunos versos: “por la blanda arena que deja el mar, es Alfonsina que se me presenta sobre la blanda arena junto a caracolas vestida de amor. Persigo el aroma de jazmines en flor y escucho el resonar de tus tacos en la vereda y persigo tu piel canela y tus labios sabor a sal junto a ese mar de la costa azul, en una tarde del festival de Canes.

 

Cualquiera podría pensar que estoy loco, demento, por expresar en palabras sentimientos, sentimientos que persigue mi espíritu y exterioriza mi intelecto, que en realidad son vivencias que sólo la música puede arrancar de los recuerdos. Recuerdos de composiciones románticas, que en algo se parecen a poemas de Ana Belén, o divagaciones de canciones gitanas, que exteriorizan cosas que almacenamos en el alba, en lo más profundo, en lo más recóndito, que los ritmos logran extraer de lo más profundo de nuestra conciencia.

 

Cuando estoy en ese trance, cuando estoy romántico, que es la mayor parte del tiempo, aparentemente se me quita el sueño, o mejor dicho, da la impresión que estoy despierto, pero en realidad ese sueño me produce un estado de sopor que permite descansar a mi cuerpo y a mi mente, pero si además en el mismo tiempo escribo, lo hago en forma mecánica, sin alterar mi ensoñación.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ. 07-07-2015 día de San Fermín, cumpleaños de mi bisabuela ella Eloísa.