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Premios “Príncipe de Asturias”

26 Oct

Premios “Príncipe de Asturias”

Acabo de ver por televisión (creo que en vivo) un poquito de la entrega de los premios “Príncipe  de Asturias”. Vi la premiación de Mikael Schumacher, y del Museo del Holocausto de Israel, eran varios miembros sobrevivientes del holocausto Nazi, una ceremonia conmovedora y de un ceremonial y gala que muestran lo chiquitos que somos.

 

Escuché todos y cada uno de los discursos, quedé gratamente impresionado por el discurso de agradecimiento de los premiados, primero en inglés el de Al Gore, luego en hebreo el del premiado en representación de los sobrevivientes del holocausto Nazi. El primero habló sobre el hombre, la humanidad, la ecología, lo que nos espera si no conjugamos lo que dicen los científicos sobre el medio ambiente y el uso indiscriminado e irresponsable que estamos haciendo los humanos. El segundo discurso habló sobre el holocausto y como impactó en los sobrevivientes, que en lugar de buscar venganza buscaron la forma de reconstruir su mundo, reconstruir su raza y dar las gracias a Dios, al Dios de los judíos, que es el mismo Dios de todos nosotros.

 

El tercer discurso fue el del Príncipe de Asturias, pronunciado en un español ¡tan limpio de errores!, ¡tan nítido!, ¡tan bien modulado!, con un contenido que en algunos momentos me emocionó, porque se refirió a cada uno de los premiados, el por qué fueron premiado y el mérito que tenía su actuación en el convivir cotidiano de la humanidad. Procuraré conseguir el discurso de cada uno de ellos para compartirlo con ustedes.

 

Escuché todo lo que hablaron con gran cuidado y atención, pero no tengo la suficiente capacidad para resumir todo lo que dijeron, porque resumir sería una manera muy pobre de desprestigiar lo que en realidad fue algo de mucho valor. De todo esto lo que saqué en conclusión es que mientras que la humanidad mira hacia el futuro, sin olvidar el pasado, pero no para tomarlo para venganza de lo sufrido, sino para construir un porvenir mejor, que evite cometer los errores del pasado, pero no con el afán de regresar al presente lo sucedido.

 

Otra de las cosas que me impresionó de este acto, es el valor que tiene la palabra. Los hombres tenemos una gran capacidad para mostrar los hechos, describir los colores, los sufrimientos, los dolores, las alegrías, los triunfos. Que sabiendo manejar las palabras se puede llegar al corazón de las personas, para enternecerlos, reavivar viejas heridas, halagarlos, ofenderlos. En fin el lenguaje puede ser muy constructivo o destructivo, dependiendo como se lo use y quien lo use, pero si me quedó muy claro, que para decir algo no solo se necesita de boca, aliento y un argumento pobre, ¡no!, para decir un discurso se requiere de cultura, se requiere de conocimientos, se requiere de historia y se requiere de humanidad.

 

También he podido apreciar que todos los que disertaron, hicieron uso de la palabra escrita, lo que significa que antes de haber abierto la boca, abrieron su mente y en el papel plasmaron lo que su cerebro, lo que su conciencia y lo que su sapiencia podían transmitir, por lo tanto los tres oradores, por más cultos que hubieran sido, leyeron lo que su mente, su corazon y su alma querían expresar a los presentes a ese acto. De esa manera su alocución fue concreta y con un contenido que hacia vibrar las fibras de los corazones de los asistentes, incluso se pudo apreciar que la Reina de España miraba a su hijo, no solo con orgullo, sino con cariño y admiración; también pude observar una lágrima en el rostro de Al Gore; así quedé yo después de escuchar los discursos.

 

Para finalizar, un grupo de gaiteros con redoble de tambores entonaron el himno de Asturias y luego un acorde de pasa calles, para despedir a los premiados. Con lo cual se daba por concluida la ceremonia y esto completaba el marco para mostrar el sentimiento que en este momento me embarga y que quiero compartir con ustedes. Pensando en que Dios debería ayudarnos para que todos los bolivianos pudiéramos tener acceso a la educación, a la cultura, a las artes, al deporte… Para poder almacenar en nuestros cerebros el conocimiento que nos haga igual a los demás y borre de nuestros corazones el odio por los quinientos años pasados.

 

Miguel Aramayo

SCZ – 26-10-2007