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Que sensación extraña

6 Nov

Que sensación extraña

Todo lo que leo, todo lo que escucho, todo lo que veo y que corresponde a noticias, tienen tanto de ¡maldad!, tanto de ¡falsedad, que envenenan nuestro espíritu y corrompen nuestro cuerpo. No me explico como puede haber gente que quiera el mal para todos en beneficio de unos cuantos.

 

Cuando leo lo que está escrito, no solo lo que está expresado en forma deficiente, sino lo que fue entendido, por quien transcribiendo en letras, la opinión o mensaje original, sino también, se nota la distorsión del que recibió el mensaje y lo tradujo o transcribió como noticia, con más errores que los expresados por el entrevistado.

 

Cuando veo y escucho a los personajes que entrevistan, veo que esta gente sobre modula, ¡finge!, y lo que expresan, en algunos casos, da la impresión que en vez de haber sido pensado lo exteriorizan oralmente. Pareciera que esas palabras no salen del cerebro de quien las emite,  sino más bien del estómago, o que por lo menos las tenían en la boca y las van exteriorizando a medida que las chupan, o las revuelven entre la lengua y el paladar, al momento de expelerlas. Van pronunciándolas como separando las sílabas y modulando las palabras, con intensos y audibles silbidos o seseos, como si estuvieran tratando de hablar para alguien que no los entiende, o tienen dificultades, o problemas de  audición (sordos u opas).

 

Además los conceptos que vierten, con una elocuencia que solamente ellos entienden, lastiman y ofenden nuestra inteligencia, porque en su afán de expresar sus ideas, procuran que su alocución suene a verdadera, usando una cantidad de palabras, para esconder sus verdaderas intenciones y al mismo tiempo pretenden sentirse más cultos, más letrados, más convincentes y logran incluso engañarse a ellos mismos, satisfaciendo de esa manera su ego, en base a una verborrea inútil y falaz.

 

Como no solo usamos una fuente para estar bien informados, sino que por suerte, tenemos información almacenada en nuestra memoria, en los computadores, en los periódicos, en las revistas, y por último, la información que nos brinda Internet, para poder verificar y analizar lo que leemos, lo que vemos y lo que escuchamos.

 

Lo que da pena, es que una gran mayoría de nuestros hermanos, de nuestros compatriotas, no tienen esa misma capacidad intelectual y aceptan las mentiras, porque quienes emiten esas palabras, lo hacen con la intención de engañarlos a ellos y usarlos para su fines, que aparentan ser ocultos, pero que sin embargo, son visibles y notorios para los que tenemos la capacidad de discernir, analizar, comparar y obtener resultados anticipados del lo que quieren decir y porque lo quieren es engañarlos con palabras, palabras sin sentido o con sentido distorsionado.

 

Quisiera poder tener la capacidad de acceder a esos mis hermanos, a ésos que son engañados, para poderles hacerles comprender que los están usando y compartir con ellos ideas que los iluminen, que les permitan escuchar en su real magnitud, esos discursos ¡falsos!, ¡malos! y ¡dañinos…! Quisiera poder compartir con esos mis hermanos lo que la suerte, o el destino me brindó y me privilegia, pero se que eso es un sueño muy difícil de realizar y en esa impotencia no me queda más, que compartir mi decepción con la esperanza que alguien honrado, con dotes para luchar por nuestros hermanos, lo haga sin mentir y sin buscar solo el beneficio personal.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ  6-11-2007