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Recordando a los nietos.

11 Nov

Recordando a los nietos.

Este último fin de semana, pude compartir con dos de mis nietos durante toda una tarde: El menor de los nietos, se quedó viendo películas de dibujos animados, hasta que se aburrió él o nos aburrimos nosotros, mientras el hacía eso, el mayor de los nietos, estudiaba sus temas de la universidad y yo leía una novelita de Sarah Lark, “La canción de los maoríes”, el segundo tomo de la trilogía.

 

Decidimos dejar la casa y comenzar un paseo, primero iríamos a la peluquería, para que nos corten el pelo a los tres. Tanto mi nieto mayor, como yo, tratamos al nieto menor como si fuera de mayor edad y que después que le asignaron un peluquero, él se quedó a solas y solamente le dimos las instrucciones de cómo debía cortarle, pero sin ningún juguete, sin llantos, sin alborotos y sin la intervención de ninguno de nosotros. Mi nieto mayor seleccionó el peluquero que quería que le corte y a mí, por casualidad, me toco una mujer, lo cual sería por primera vez que me peluquee una mujer, que no sea ni mi abuela Mercedes, ni mi hermana.

 

Expresé mi sorpresa y mi desconfianza, por lo tanto le pedí que me contará sus antecedentes en la profesión y le expresé mi desconfianza, pero me dio pena y vergüenza ser de esa manera de discriminador y machista, que yo mismo me castigué haciendo que sea esa peluquera la que me atienda, al final no me fue mal, pero se notó que la pobre trabajó con miedo esforzándose lo máximo para que el corte sea perfecto y yo no tenga objeciones, eso hizo que tardará mucho tiempo en mí, mientras tanto a mi nieto mayor ya le concluyeron el corte y el menor hablaba con todo mundo y todo lo quería tocar y observar, pero lo dejamos libre, porque no estaba molestando a nadie y más bien los tenia a todos distraídos, lo mismo que a nosotros.

 

Después, mientras él menor tomaba un helado, nosotros  conversábamos, luego nos fuimos a una confitería a tomar unos jugos y comer unas masitas, mientras tanto, el nieto chico muy intranquilo se movía por todas partes y no escuchaba lo que le decíamos, incluso  le ofrecí una palmada, pero no me creyó, el hermano mayor también hacia esfuerzos, tratando de que comprenda lo que le recomendaba, cosa muy difícil.

 

Con los nietos mayores (cinco) –Carlos Andrés, María Laura, José Ignacio, Lucia y Fabiana– éramos muy unidos, salíamos a pasear a la plaza, a tomar helados, al cine, incluso nos íbamos de compras al supermercado y el único que me ayudaba a mantener el orden y la disciplina era El nieto mayor, al que le asignaba autoridad, instruyendo que podía castigar al que no le haga caso y todos aceptaban esa autoridad. En el cine yo era el que me encargaba de llevar al baño, si tocaba esa situación.

 

Todos los nietos me usaron de caballo y algunas veces me montaban hasta tres, les contaba cuentos, jugamos juegos de mesa y nuestro preferido era “banco inmobiliario”, pero les enseñé a jugar domino, ludo, ajedrez. Pintaban, dibujaban y recordaban vestidos para las muñecas de papel. Armábamos carpas o jugábamos en la piscina de inflar que poníamos en el jardín. Tenían un columpio que puse en el gajo de un mango, que todavía sigue hasta ahora.

 

Salíamos a montar bicicleta en el parque al frente de la casa y los más chicos caminaban conmigo, observando las plantas, los bichitos y cualquier cosa que pueda ser de interés y los mantenga distraídos, también me pedían que les preparé sándwiches de lomito o hamburguesas, claro que algunas veces nos íbamos a un boliche a comer lomitos o hamburguesas.

 

Realmente me divertí con mis nietos y los recuerdos que quedaron en mi mente son tan lindos, que espero que ellos también almacenen lo mismo en sus mentes y que ese compartir los hubiera formado, de lo cual tengo la plena seguridad, porque eso es lo que charlamos este fin de semana con el mayor de mis nietos, el que pese a tener algo más de veinte años sigue siendo mi compañero.

 

Miguel Aramayo

SCZ.11-11-2015