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Religión y sexualidad.

1 Abr

Religión y sexualidad.

Creo que uno de los problemas más serios que arrastramos los occidentales y en forma muy pronunciada los latinoamericanos, es el tema “religión y sexualidad”, se ha metido de tal manera el pecado como sinónimo de sexo, que es muy poco probable ver el sexo de otra manera. Ahora que se ha liberado, en forma exagerada la sexualidad, el concepto de pecado, por el sexo, no se ha borrado, al contrario creo que se incrementó y ahora esa sexualidad, que aflora por todas partes, no es más santa que antes, al contrario, es más pecado que antes, por lo menos esa es la forma como lo percibo. Aunque la sexualidad es cada vez sea más ostentosa, más obscena, más agresiva y desvergonzada.

 

He leído mucho sobre el tema, en busca de encontrar algo nuevo y siempre he caído en lo mismo, en la religión, pero estoy convencido que el sexo como comportamiento humano, varía enormemente en el tiempo entre unas y otras épocas, así como entre distintas civilizaciones o Las Normas Sociales, los estándares de conducta de las sociedades en cuanto a la sexualidad, suelen ligarse a creencias religiosas de una u otra religión.

 

De acuerdo con esto, la mayor parte de las religiones han visto la necesidad de dirigir la cuestión de un papel «propio» de la sexualidad en las interacciones humanas. Diferentes religiones, tienen diferentes códigos de moral sexual, que regulan la actividad sexual o asignan valores normativos a ciertas acciones o pensamientos cargados de contenido sexual.

 

Los puntos de vista entre religiones y creyentes individuales discrepan ampliamente, incluso dentro de los que se adhieren a la misma doctrina particular; desde el concepto que demoniza al sexo y la carne, como uno de los enemigos del alma, a la creencia (propia de varias religiones orientales y africanas) de que el sexo es la más alta expresión de lo divino (numinoso – lo sagrado, lo misterioso, lo mágico- en la terminología de Mircea Eliade –gran historiador religioso-).

 

Algunas religiones distinguen entre las actividades sexuales que se practican para la reproducción biológica y otras actividades practicadas para el placer sexual, que se califican de inmorales.

El Antiguo Testamento o Biblia hebrea prohíbe el adulterio y el contacto sexual durante el periodo de la menstruación. El punto de vista «religioso» sobre la sexualidad presentado como proveniente de una «tradición judeo-cristiana» suele tergiversar el punto de vista del judaísmo sobre la sexualidad.

 

Muchas actitudes del cristianismo con respecto a la sexualidad son completamente opuestas a las actitudes del judaísmo. Si hay algo que diferencia las percepciones clásicas del judaísmo y el cristianismo es la actitud hacia la sexualidad y la categoría del cuerpo. A diferencia del cristianismo, en el judaísmo no existe una vergüenza por el cuerpo. El judaísmo no es ajeno a la afirmación y celebración del cuerpo y el alma. En el judaísmo no existe un recinto sagrado, como sucede en la iglesia. En la sinagoga se puede hablar de cualquier tema.

 

El Antiguo Testamento, a diferencia del Nuevo testamento, no lanza una prohibición general sobre la sexualidad, sino solamente sobre determinados actos como la homosexualidad masculina, el bestialismo y la sodomía. Incluso ensalza el amor conyugal en el Cantar de los cantares.

 

El judaísmo afirma que cuando un esposo y su esposa se unen carnalmente en santidad, allí mora la presencia divina. Por eso el Shabat,  es el mejor día para recordar la libertad y la creación haciendo el amor. El judaísmo no le otorga valor ni a la virginidad ni a la castidad de los cónyuges: una mujer es virtuosa para el judaísmo si tiene una familia numerosa. Los hijos constituyen una bendición. El pecado original no es el sexo sino el deseo de saber: Eva mordió el fruto del árbol del conocimiento.

 

El ideal judío es el matrimonio. El matrimonio es mucho más que una preocupación privada, es una preocupación cósmica por el futuro de la humanidad. El amor consagrado tiene ese sentido cósmico: perpetuar la especia humana y salvar las chispas de la divinidad alojadas en el mundo. Sin embargo, la procreación no es el único fin del matrimonio para el judaísmo. No es bueno que el hombre esté sólo. Estar sólo es, para el judío, una terrible maldición. El placer debe ser compartido. En el judaísmo, el amor ideal con una mujer, es con su cuerpo tanto como con su espíritu.

 

Una de las señales singulares que diferencian el ascetismo judío del ascetismo no judío, según Gershom Scholem, es la ausencia de la renuncia sexual autoimpuesta. La libido no es condenada, sin la energía de la libido la civilización estaría agotada. Para el judaísmo, un varón o una mujer que, al casarse, hace votos de abstinencia sexual, viola el carácter del pacto matrimonial y ocasiona «tzará d’gufá», el sufrimiento del cuerpo. La tradición judaica afirma que «simjat ishto», el placer de su mujer es la obligación moral del marido.

 

En un tratado del siglo XIII Menorat Ha-Maor, en el capítulo sobre la santidad de la sexualidad, dice Que el hombre no considere el acto sexual como algo repugnante porque de este modo blasfemamos a Dios. Un mito judío del Talmud, del Midrash y el  Zohar Jadash, refiere que el primer ser humano fue hermafrodita. Adán era varón y mujer a la vez. Dios tomó uno de sus lados para crear el amor, dividió verticalmente al ser bisexuado haciendo de uno un varón y del otro una mujer. El amor es, entonces, la búsqueda del otro porque sin el otro uno permanece como medio ser: «Por lo tanto abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán una sola carne». La castidad no es un estado deseable para un judío: «Aquel que permanece soltero, se encuentra sin alegría, sin bendición, sin bondad, sin Torah, sin protección y sin paz» (Yebamot 62).

 

Todas las religiones que he podido analizar concuerdan, todas asignan al sexo el mismo valor y reconocen las mismas prohibiciones, salvo el Islam, que considera el sexo de una manera diferente, con menor o ningún respeto, respecto a otras religiones. El judaísmo también es más benévola al tratar este tema y el hinduismo, pese a algunas creencias también es muy serio con este tema. El islam desprecia a la mujer en todos los sentidos y en este tema es mucho más cruel.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ. 31-03-2015