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Una provocación a las iglesias

21 Jul

Una provocación a las iglesias

El miércoles nuevamente se organizó en el palacio una sesión de “danza de lobos”, algo totalmente ridículo que cuyo único fin era molestar a las iglesias, porque eso se denomina “fetichismo” y se da en las religiones muy antiguas. Se podían diferenciar cuatro personajes, tres de sexo masculino, por lo menos eso es lo que aparentaban por su vestimenta…, y un personaje de sexo femenino. Los que oficiaban de “sacerdote” y “sacerdotisa”, o “acolita”, no se podía diferenciar si eran originarios (aborígenes), pero se suponía que sí. De los otros dos, uno tenía rasgos muy marcados de “originario”, pero no muy convincente por su altura y su corpulencia, el otro notoriamente “casi ario”, (nada de originario). Dos de ellos le daban vueltas a la fogata y recibían pases mágicos de los religiosos, (algo así como las frotaditas del “Flaco Olmedo”) y mostraba una concentración que aparentaba que comprendía el ritual, ¡y lo aceptaba plenamente!…El otro también daba vueltas a la fogata y con el líquido de un caneco hacía pases mágicos por la fogata, pero en su expresión denotaba a todas luces “hipocresía”, “falsedad”, “burla”. Todo ese ritual extraído de no se donde, producía ¡asco!, “ira”, ¡pena!… Se podía diferenciar muy claramente que uno de los participantes era descendiente de “Manco Capac y Mama Ocllo”, pero el otro era descendiente de “Adán y Eva”, eso sí ninguno de los dos hablaba en ninguno de los lenguajes originarios, ¡para no meter la pata!

 

Por todo lo que se veía en el ceremonial se trataba de un rito incaico, incluso por la vestimenta de los que celebraban el acto, pero uno de los que solicitaba gracias se decía originario aymara y el otro aficionado a originario, no leían nada, todo se lo sabían de memoria, tanto los celebrantes como los celebrados, pero todo ese rito se obtuvo de un hallazgo arqueológico, se descubrió un cofre dejado por el “Inca Garcilaso de la Vega” (Nació en Cuzco, 1539 – Murió En Córdoba, España, 1616. Escritor e historiador peruano. Era hijo del conquistador español Sebastián Garcilaso de la Vega y de la princesa incaica Isabel Chimpo Ocllo. Gracias a la privilegiada posición de su padre, que perteneció a la facción de Francisco Pizarro hasta que se pasó al bando del virrey La Gasca, el Inca Garcilaso de la Vega recibió en Cuzco una esmerada educación al lado de los hijos de Francisco y Gonzalo Pizarro, mestizos e ilegítimos como él.), en el cual se descubrió “el libro sagrado de los aimaras”, pero por algo extraño sucedido muchos años atrás, antes de que los hijos del Dios Inti aparecieran en las islas del Sol y la Luna, el “Libro Sagrado de los Aimaras” estaba escrito en Quechua que es el idioma de los incas, pero los pie de paginas y recomendaciones ceremoniales está escrito en “Uru Uru”, el forro del libro era de fino kirquincho y las cerraduras eran de dientes de cocodrilo y jaguar.

 

El libro del ceremonial estaba con un inscripción en castellano, que decía: “Gran libro ceremonial de la religión Cósmica”, toda esta inscripción estaba en letras doradas con un fino perfil gótico, realizada por un calígrafo aymará o quechua que se salvó de ser manco y ciego, (como Garcilaso de la Vega). Ese libro que es un tesoro arqueológico fue descubierto en una excursión que realizaron unos ministros de educación y relaciones exteriores, que gracias a no se que Dios tuvieron la suerte de encontrar el cofre de “Garcilaso de la Vega”, en un pasadizo secreto de Tiauanaku, junto con unos monolitos y un montoncito de “coca ecológica”.

 

Este relato pareciera que es ciencia ficción pero fue relatado por un personaje muy sui géneris que es amigo del escritor y que se denomina “el Ser Chiquito”.

 

Y colorín colorado, este cuento todavía no se ha acabado, porque Fidel, Chávez, Kirchner y Lula, han pedido fervientemente que continué.

 

 

Miguel Aramayo

SCZ 21 de julio de 2006

(Fecha de la muerte de Villarroel el año 1946)